Se mueren

En mi país la gente no muere sólo por tener muchos años o por una enfermedad incurable. En mi país las personas mueren porque hay muchos (y muchas claro) que conducen irresponsablemente, bajo efectos de alcohol y estupefacientes. Pero en mi país la gente muere también por salir a trabajar; y es que en los buses muchas veces la muerte los espera detrás de un delincuente que con libertad total desenfunda el arma y apaga una vida a cambio de un celular.

Las personas en mi país no mueren sólo por el frío que pasan en las noches en las calles oscuras; pierden la vida cuando el río se desborda, cuando el volcán se derrama, cuando las lluvias no cesan.

En mi país muchas personas no mueren completas, sus brazos no encuentran el resto de sus cuerpos, sus cabezas ruedan perdidas, degolladas.

Las personas en mi país mueren desde pequeñas. Niños y niñas terminan sus días, que apenas amanecen por balas, machetazos, cuchillazos y golpes. Pero hay más: en mi país, los niños y niñas mueren por hambre como en ningún otro lado en el mundo. La desnutrición los acaba.

En mi país las personas parecen no enterarse de todo esto. Las personas que gobiernan y gobernaron mi país, simplemente hacen caso omiso de este tema y la gente se muere.
En mi país se muere por hambre, se muere por pobreza, se muere porque algunos así lo quieren y porque a muchos no les importa.

Las personas en mi país no saben al salir por la mañana si regresaran a la noche. Muchos niños y niñas de mi país, jamás irán a la escuela porque no cumplirán cinco años o porque no podrán ni moverse, ni pensar, ni entender, lo cual también los va matando.

En mi país se mueren. Las personas de mi país se mueren. Estoy lejos, muy lejos viendo todo lo opuesto, pensando que en mi país y en otros países a casi nadie le importa esto.

La Hora 13 de octubre de 2011.

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