Rechazo

Todo lo que se sale de la desembocadura de nuestra mente es sujeto a rechazo, lo que no concuerda con nuestra limitada educación, lo que irrumpe en nuestra recortada experiencia, lo que es distinto, lo que difiere, lo espontáneo, lo inmoderado, lo diverso, lo contrario.Todo lo que no nos gusta está sujeto al rechazo. Quizá por eso, quien escribió el editorial del Diario de Hoy de El Salvador, el 10 de enero, al cual hace referencia Miguel Ángel Albizurez en una columna de elPeriódico, se expresa tan estúpidamente de Evo Morales y Rigoberta Menchú. La limitada forma de pensar de algunos “ladinos” los hace creer que ellos y sólo ellos son merecedores de una presidencia o de un galardón como el Nobel. Para presidente cualquier tonto con dinero, sin importar su raza, sexo o credo. Es peyorativa la forma en que se expresa del presidente de Bolivia y abusivos sus comentarios sobre nuestra premio Nobel. Lamentablemente no es el único que piensa así, el año pasado en un programa mexicano Desde Gayola, ridiculizaban a la señora Menchú por ser indígena y por venir de una condición humilde. Pobres imbéciles.Lo mismo ocurre cuando se habla de diversidad sexual, todo el mundo se aporrea el pecho, señala y se esconde, nuestras bromas expresan el desprecio que tenemos a una preferencia sexual diferente, cuando alguien se comporta distinto, lo o la señalamos de gay o de lesbiana a manera de insulto, pero ¿por qué? ¿Qué tiene de malo, sentir diferente, gustar diferente, pensar de otra manera? Me indigna, me molesta, me harta que tengamos un pensamiento tan cerrado.Las mujeres siempre estamos sometidas al rechazo por nuestro género, no me extrañaría que empiecen a decir dentro de poco que Michelle Bachelet no es digna de dirigir los destinos de una nación por la sencilla razón de ser mujer. No se puede hablar de feminismo sin que se nos señale de lesbianas, no se puede hablar de formas distintas de expresión porque estamos locas, no podemos reírnos con ganas porque somos escandalosas, no podemos ponernos una falda corta porque somos putas, no podemos decir lo que nos molesta porque somos negativas, no podemos ser, porque al mundo le molesta que se viva.Es triste ver que el mundo gira alrededor de convencionalismos sociales: si se trata de dar un regalo damos lo más caro a quien más tiene, cuando debería de ser todo lo contrario; cuando se acerca un indigente o un niño desarrapado volteamos la cara; si vemos a una persona con aretes o pelo largo le decimos mariguano; si es un artista es haragán; si es madre soltera es fácil; si tiene carro nuevo y es morenito es narco; nada nos parece si no se enmarca dentro de los cánones de nuestras creencias.Y lo peor del caso es que seguimos reproduciendo estos patrones. Hace poco escuchaba a mi sobrino de 7 años exigirle a mi hermano que le comprara moco de gorila para peinarse igual que sus compañeros, porque si no, no se iban a juntar con él. Ahora los niños que no son los de la foto son “recha”, ¿qué estamos haciendo?Por qué no podemos vivir sin mirar tanto de reojo, sin esconder nuestros deseos, por qué no podemos salir cantando a la calle, por qué no podemos dejar de señalar todo lo que no es nuestro reflejo. Quizá en el fondo tenemos miedo a descubrirnos, a ser también distintos y dejar atrás el dibujo que los papás hicieron de nosotros cuando nos concibieron.

La Hora 19 de enero de 2006

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