Brujas

Si de noche al pasar,

tu corazón se estruja

es porque debe andar

cerca de ti alguna bruja.

Aunque bueno no hace falta que sea de noche y hay de brujas y BRUJAS. Las primeras, así no más, sin gritar, hechiceras (todas son-somos), supersticiosas (habemos), alegres (Evelyn, Trujis, Betina), con palpitos certeros (Lucha), con predilección por ropa negra (Rola), fiesteras, digo, por hoy, noche de brujas, noche de fiesta….

Las segundas, huyyyyyyyyyy, como abundan, amargadas, resentidas, castradoras, aburridas, viejas de espíritu, recelosas y no diría yo que nocturas, sino más bien matutinas, aunque en sus cubiles, quién sabe, seguro insomnios largos cargados de malos deseos o de alucinaciones de ilusiones jamás cumplidas, de pesadillas donde su rostro como el retrato de Dorian Gray, refleja toda su maldad y las afea, más, mucho más.

Pronto, pronto hay que huir
porque si te alcanza
te podría convertir
en burra mansa.

Porque bueno, es la única manera de satisfacción que encuentran, ante la imposibilidad de disfrutar de la vida, de vivir más bien sin temor a pecar, a palabra más fea, o a pescar un resfrío si aligeran su ropa. Son carceleras, azotan mentalmente, someten y limitan ¿conocen a alguien así? Yo siiiiiiiii.

Patas de mosco zancudo,

uñas de gato sangrón,

pico de pájaro zurdo,

cuernos de chivo panzón,

ojos de cuervo dormido,

colas de rata y ratón

y los colmillos molidos

de un jabalí cachetón.