UK


Primera Parte:
Todos los Caminos conducen al Big Ben


Abordo el avión a medio día, sólo a mi se me ocurre comerme un menú de McDonalds antes de eso, la pesadez total y la ausencia de sueño. Si el viaje es corto, la primera escala es en Panamá, pero a mi me gusta dormirme en los aviones. El vuelo transcurre con la conversación a gritos de unos “empresarios” no juveniles, tampoco viejos, más de 30 y ostentosos, se nota que quieren que todo el avión sepa que van a Chile, que gastan mucho en parranda, y por último que a uno de ellos lo llamó su mujer al celular ya aterrizando en Panamá y que eso es motivo de burla del colectivo.

El tiempo está ajustado, ahí hay que abordar hacia Amsterdan, segunda escala, la gente de la línea aérea, KLM, en Panamá, es grosera, desordenada y tienen un complejo de nacionalidad ajena que dan mucha risa, pobrecitos.

Ya en el avión, el sueño aún no llega, empiezo a ver una película, Las hermanas Bolena, y los snaks aparecen. Me duermo. Despierto tras la conversación entre un señor judío y la aeromoza, no se entienden, yo tampoco, y no me importa, el tiempo ha transcurrido, estamos por llegar.

El aeropuerto de Amsterdam es enorme, y hacen llamadas a los pasajeros además de holandés e inglés, en español, no lo imaginaba. Reviso mi correo electrónico y espero la llamada para abordar de nuevo el avión a mi destino final, que no deseo para nada sea como el título de aquella película, parte 1 y 2.

El viaje es corto, el trámite aduanero engorroso, esos ingleses piensan que queremos quedarnos.

Ya arreglado el tema, convertidos los dólares en libras, empieza el viacrucis hacia el hotel. La verdad exagero, el metro resuelve todo, y la amabilidad de la gente, una persona del aeropuerto, una brasileña, el empleado del metro, me empieza a gustar.

Ya sentada en el metro, no puedo evitar observar a la gente leyendo, todos, todas, que maravilla.
Luego de un par de traslados en el metro y de abordar el tren, omito los nombres de las estaciones porque ya se me olvido, miento, el tren lo abordé en la Estación Victoria, conversamos con una colombiana que amablemente nos da su número de celular por si necesitamos algo.

Al bajar del metro, hay muchas gradas por subir, esto ya en Crystal Palace, parece que los ingleses están obsesionadas con ellas, las gradas, cuando llegamos a la calle, no quiero un bus, tomamos un taxi.

El vehículo nos deja en el hotel, buena fachada, pero como mucha gente, pura apariencia. No sirve el teléfono del cuarto, no se pueden sacar llamadas fuera, la cama es algo dura y encima hay unos alemanes en el mismo piso que yo, haciendo bulla.

Recorremos el lugar, hay un parque a escasos metros y un tipo orina en plena calle, le hago mala cara y me dice algo así: I am sorry about it already it was not lasting. Francamente.
Al día siguiente, ya en compañía de Merly y Maite, ah, no había dicho yo iba con Mayra, emprendemos camino a la ciudad de Londres, ahora si en bus. Muero por subir a un bus de dos niveles.

El viaje se hace largo, pasamos por un área que ha de ser como la 18 calle de allá, ojo, de allá, y luego por vecindarios de casas de ladrillo, todas, techos de tejas con chimeneas. El segundo piso del bus va lleno de turistas, chilenos y españoles, y el ticket vale 3.50 libras, y sirve para todo el día, igual es caro.

Cada vez que creemos que ya llegamos e intentamos bajarnos, los otros turistas del bus hacen lo mismo, no puedo creer que vengan atenidos a nosotras. Por fin, lo hacemos, bajamos y ahí está, luego de dos calles, carros y buses circulando, ordas de gente caminando en las banquetas y con un poco de frío: el Big Ben. Estamos, esta es la primera parada.

Comentarios

Anónimo dijo…
Yo creo que ningún lugar es tan precioso, y tan lindo como nuestra sórdida guatelinda, con su largo transmetro que atranca el tránsito hasta el copete; los humildes y respetables policias de EMETRA y los honrados hombres de la P.N.C., sin olvidar las hermosas y galanas vendedoras, maquilladas de darosa, y su piel tersa y brillosa de nivea, vendiendo esos deliciosos chuchitos de chipilín con olor a calcetín... ah y los shuqueros que venden esas deliciosas viandas en cada esquina capitalina, ah... um... ese aroma... típico de mi pueblón, atorado de maras y tiras... Jamás, será tan parecido Oxford Street a Eighteen Street. Saludos y que buen viaje, usted y León se la han pasado super del otro lado del charco. Envidia XD.

El cuento... el cuento... el cuento... jeje... usted me dijo que le recordara...
Unknown dijo…
Hey! qué bueno que ya volviste. Fue un gusto encontrarte en la U. Un abrazo,
Anónimo dijo…
UK, Buen articulo, describe tu percepcion de lo que vives y me parece que de este estilo estan impregnados casi todos tus articulos,una vez lei otro de tus articulos, cuando vas caminando por la sexta avenida y empieza a llover, observas a la gente y percibes que todos buscan un cafe,

Saludos
Anónimo dijo…
Poder leer en una camioneta de Guatemala sería un milagro. Pero "jocotales", "santa fe" y las anécdotas de ex-pandilleros impiden que uno se pueda sumergir en su lectura.
Amy Alonso dijo…
hola claudia perdon pero perdi su correo y esta es la unica forma de comunicarme con usted...

Soy Amalia Alonso estudiante de URL primer año en clase de taller de expresion escrita.

con el asunto del taller ya no es en la URL sino ahora es en la USAC, mi pregunta es que si hay alguna otra forma de obtener esos puntos ya que a la USAC no puedo llegar pues la URL me queda cerca y tenia planeado ir pero la USAC no hay nadie que me lleve a esa hora.

habra despues otro taller en la url?

gracias por su atencion
atte.
AMALIA ALONSO
2004408

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