Muchos... En realidad menos, cada vez menos

Casi 500 menores de edad han muerto a causa de la violencia en Guatemala en lo que va del año. Muchos no han salido de sus casas para perder la vida, ni siquiera han tenido que enfrentarse a otros o caerle mal a alguien, apenas tenían dos meses de edad. Muchos de estos niños y niñas han muerto a la par de sus padres, mientras se dirigían a la escuela o cuando trabajaban. Muchas de las niñas y adolescentes fueron violadas antes de que su vida finalizara.

Muchos de los adolescentes luego de muertos fueron señalados de pertenecer a una pandilla, por el simple hecho de morir entre los 14 y 17 años en una zona periférica.

Muchas, quizá todas las muertes de ellos y ellas quedarán en la impunidad, porque lamentablemente en Guatemala los derechos de los niños y niñas, la vida de un ser humano, es algo que no le importa a las autoridades. Sus muertes se justifican con frases tan vanas como "estaban en el lugar y la hora incorrectos". Y yo me pregunto, ¿cuál es el lugar correcto para evitar ser asesinado?, ¿cuál es la hora en la que debe tenerse más cuidado para no perder la vida?, ¿cómo hace un bebé de brazos para entender esto?, ¿cómo se lo explico a un niño de 3 o 4 años, que juega en el patio de su casa antes de que una bala lo duerma eternamente?

Como la violencia es algo cotidiano, no nos asombra un número como este. Como muchos de esos infantes son de escasos recursos, no nos ponemos playeras blancas y manifestamos frente al Palacio Nacional. Como muchos de ellos son varones adolescentes creemos, por que es más fácil, que pertenecían a una mara. Como no son nuestros hijos. Como estamos acostumbrados a aguantar, a bajar la cabeza y a esperar, nos quedamos igual.

La violencia, la impunidad y nuestra indiferencia y la de las autoridades están mermando a la niñez y adolescencia de Guatemala y nos está convirtiendo a todos en cómplices de los criminales. Porque no decimos nada, no hacemos nada, no nos exasperan comentarios tontos como el del Ministro de Gobernación, acerca del "momento equivocado".

Cientos de niños y niñas mueren, muchos más quedan huérfanos y nuestra única aspiración es no ser el blanco de un proyectil, vivir amurallados, irnos del país y enconcharnos en el silencio para no generar animadversiones, recelos y odio. El silencio se expande, la apatía se generaliza y las cifras crecen y crecen.

Jueves 4 de noviembre de 2010.

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