Violentados

Parecía un día normal, normal dentro de lo que cabe, claro, porque en Guatemala la normalidad no existe. Es decir, la monotonía es impensable, atracos a mano armada, pilotos de buses asesinados, avionetas que caen sobre fábricas, correntadas de agua que se llevan la vida y los sueños de muchos, en fin.

Al llegar a la oficina, a las ocho de la mañana, me encontré con la ausencia del equipo de cómputo, vidrios rotos, archivos revueltos, chapas rotas y una terrible sensación de miedo.

A medida que el tiempo transcurrió y las autoridades y demás compañeros de oficina llegaron el sentimiento cambió por rabia. Nosotros al igual que otras organizaciones habíamos sido violadas en nuestro espacio seguro. El lugar en el que incluso pasamos más tiempo que en nuestras casas se había roto en pedazos gracias a la impunidad, la violencia y prepotencia que impera en el país.

Estábamos siendo de alguna forma presionados a limitar nuestra libertad de expresión, invitados a retroceder, avisados quizá de que en este país no es bien visto el trabajo hecho con esmero y dignidad , de alguna forma, según ellos, los violadores: censurados.

Curiosamente, el día que este hecho violento ocurrió, los encargados de seguridad del condominio y la empresa contratada para ese fin no vieron nada extraño, no se enteraron. Las huellas de los delincuentes quedaron borradas junto con las nuestras y mucha información se perdió como en antaño en un país en donde suprimir, acallar y contener sigue siendo por lo visto una consigna.

Horas más tarde, un nuevo sentimiento nos invadió: decepción, tristeza, desconsuelo. Sin embargo, gracias al apoyo recibido por gente entrañable, amigos y personas respetuosas de los derechos humanos y la libertad de expresión, volvimos a abrigar ese deseo de continuar con nuestro trabajo, animosos, respetuosos y consecuentes.

No obstante, exigimos a las autoridades el esclarecimiento del caso, esperamos que no se un archivo más guardado en el cajón del olvido, para que en Guatemala empiece a respetarse la vida, el trabajo y la libertad de expresión.

La Hora, 27 de mayo de 2010.

Comentarios

Entradas populares