Llenando nichos

El mes de junio viene con fuerza y no esa publicitaria que anuncia el mundial, ni la que tiene copados los titulares de los medios de comunicación por la renuncia de Castresana y los desmadres en el Ministerio Público. Tampoco me refiero a las lluvias, que si caen fuerte y destruyen. Hablo de esa fuerza adquirida por la impunidad y el desorden que impera en el país, la fuerza que cobran sicarios, criminales y abusadores y que sólo en estos 17 días del mes ha dejado sin vida a 27 personas menores de edad (sin contar con las que las lluvias, desbordamientos y derrumbes ocasionan). Balas en el cráneo en su mayoría, macheteados, malas prácticas médicas, estrangulados, degollados. Así terminaron su corta existencia estas personas, la mayoría de ellos y ellas entre 14 y 17 años.

278 son en total las y los fallecidos de menos de 18 años en este año, cifra que podría duplicarse y sobrepasar las 523 muertes violentas reflejadas por los medios escritos en 2009.

Lo cierto del caso, es que sus nombres aparecen en las páginas de sucesos sin más ni más, las autoridades de gobernación y peor aún las que tienen entre sus mandatos defender y cuidar a este sector de la población no dicen nada. Y así jovencitos saliendo de la escuela son acribilladlos, niñas de cinco años son violadas por sus propios padres, e infantes mueren por el mal servicio prestado en unidades de salud.

Sus vidas acaban, sus hogares se visten de luto, los cementerios se llenan y acá no pasa nada, nadie pregunta, nadie cuestiona, nadie propone, o al menos desde el Estado no surgen iniciativas que puedan disminuir estas estadísticas tan terribles.

José Gómez tenía 12 años, vivía en Esquipulas y murió baleado, Elezar Mejía de 17 falleció de la misma forma en San Miguel Petapa, Ymer Adín Sinto perdió la vida a machetazos en El Quetzal San Marcos, Byron Gómez y Jonathan Pérez estudiaban educación física, nunca concluirán sus estudios.

Además de ellos, muchos otros niños y niñas murieron atropellados, incluso por otros adolescentes, otros se ahogaron, varios quedaron soterrados con la tormenta Aghata y mucho más, quien sabe cuanto tiempo vivan, abandonados a su suerte, violentados por padres y madres abusivos, con hambre, con frío. Niños y niñas desnutridos, abusados, desprotegidos, solos.

La Hora, 17 de junio de 2010.

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