Libertad y democracia ¿cuáles?
Basada en la filosofía de Mafalda, de que la sopa es a la niñez lo que el comunismo a la democracia, y comparando realidades Centroamérica-Caribe y Guatemala-Cuba, me pregunto, ¿vale la pena la “democracia”?
Elegir y ser electo, eso es democracia, y ¿qué hacen los hombres que elige el pueblo y nos gobiernan?: nada, ¿qué prometen?: mucho, ¿qué cumplen?, de nuevo, nada. Porque ahora, desde la palestra en la cual todos se postulan es muy fácil criticar, juzgar y medir al gobernante de turno, yo también lo hago como todo el mundo, con la diferencia de que nosotros, yo, la gente común y corriente, el pueblo, no prometemos nada.
Mañana, metafóricamente hablando, cuando alguno de los hoy candidatos o visionarios a…, se ponga la banda, medio bandera, medio insignia de Miss -perdón Mister President-, empezará a ver cómo lidiar con este pueblo chillón, que pide y pide y da y da, porque con algo se llenan los bolsillos los gobernantes, ¿no?
Y la gente seguirá, a diferencia de Cuba, sin estudiar, sin aprender siquiera a leer y escribir; la gente morirá en los hospitales en huelga, porque aunque este gobierno no hace nada por arreglar las cosas, los que vengan y los que se han ido tampoco serán ni fueron mejores, mientras allá al menos hay salud y hasta la exportan con sus médicos milagrosos.
Porque acá aunque tengamos “libertad”, no la que nos dio el 15 de septiembre de 1821 que esa ya no es tal, ¿cuántos podrán pagar el pasaporte, cuántos más una visa y no digamos un boleto para poder salir del país, cuando lo importante es menguar el hambre?
Y yo para satisfacer la mía me tomaré una sopa, pensando no en Mafalda, ni en Cuba, sino en llenar el estómago, porque mañana, quién sabe cómo nos vaya, quién sabe quién nos gobierne, quién sabe qué pasará.
La Hora, 13 de septiembre de 2006
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