Absurdas absurdidades

En estos días de fiesta, de azul y blanco y patrio ardimiento, lo único que me quedó fue vacío. Sí, tristeza más que enojo al ver la irresponsabilidad con la que padres, madres, maestros y estudiantes se lanzaron a las calles, antorcha en mano, para entorpecer el tráfico y exponer a niños y niñas que colgados en camiones, pick ups y corriendo en plena carretera sin precaución alguna, celebraron por una independencia de la cual no reciben nada. Porque siendo honestos, si somos “libres, soberanos e independientes”, los que menos pueden alardear por ello son los que, bandera estampada en la playera escolar, corrían por las calles, avenidas y carreteras del país el 14 de septiembre.

Por un lado eso, por el otro, escuchar al señor presidente equivocarse cada vez que abre la boca es ya algo que se espera, incluso cuando ofende, como pasó no hace mucho con aquel periodista con el cual intentó remarcar su rol de patrón de finca. Ahora, no tranquilo, demuestra su elevado potencial de inteligencia al pedirle al Viceministro de Educación, con su camaradería común, que lo hace ser o acercarse al pueblo, pedirle que le hable a Evo en su idioma, ¿qué le pasa?

Y entre celebraciones absurdas, comentarios racistas y un descanso prolongado, aparecen noticias tales como la de la legalización de algunas drogas para evitar que el narcotráfico siga creciendo. La verdad, sin ser moralista ni puritana, no se a quien pretenden engañar con medidas que, primero, ni se aprobarán, y de hacerlo no servirían de nada. El licor es legal y cuánto borracho hay por las calles tirado, cuántos mueren cada semana por excederse en el consumo de estos productos, con cuánta ansiedad se espera cierta edad para largarse a la calle y beber, beber por felicidad, por tristeza o por socializar.

A dónde vamos a llegar cuando nuestras prioridades son tan vanas, ya deberían empezar a pensar en cambiar esquemas realmente importantes, en fiscalizar los recursos, en ejecutar presupuestos en educación y salud, en hacer eficientes los servicios básicos y darle acción a tanta palabrería.

La Hora, 30 de septiembre de 2006.

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