María Inés
Me descubrí plural y sentí miedo, lo soñaba, lo pedía y sin embargo no creía ser merecedora de una vida Me sentí plural y me llené de luz de ilusiones y flores amarillas me transformé, crecí de muchas formas me reencontré Me descubrí plural y estaba enamorada completa y acariciando las lunas, los soles y tus latidos. Me sentí, me descubrí, pluralicé Pluralizamos y encajamos.
Soñar fue siempre mi mejor aliado en las noches largas, en los días grises. Soñaba frente al lago, soñaba con un libro abierto que invitaba a perderse en el laberinto de letras, soñaba con los ojos abiertos, soñaba mientras el cansancio adormecía mi cuerpo, soñaba contigo.
Pasó tanto tiempo que casi llegué a creer que todo se quedaría así, en un maravilloso sueño.
Cuando anunciaste tu llegada empecé a imaginarte, a trasladar esos sueños en miradas, balbuceos, apretones de dedos y sonrisas.
Mis pensamientos se llenaron de ti, mis hábitos cambiaron, los sueños crecieron y te hicieron grande, te llenaron de canciones, cuentos y colores.
Sentía mi corazón latir a un ritmo cuya definición se tradujo en amor, un amor inmenso, desconocido, inusitado.
Cada movimiento tuyo llenaba mi cuerpo de alegría, de ternura, de esperanzas. Mi mundo se llenó de expectativas, de luciérnagas chispeantes titilando en mañanas anheladas que acercaban nuestras miradas.
Los días transcurrieron, las noches se colmaron de ti y tu suave llanto mitigó el temor, el dolor, la ansiedad. Rocé tu rostro con el mío, miré tus grandes ojos proyectados de luz, nos acercamos, nos sentimos de una forma diferente.
Tu sonrisa esbozada en tu pequeño rostro casi rosado, tus diminutos dedos sosteniendo mi pecho, tus susurros, la placidez de tu sueño tras mi canto destemplado llenan mi tiempo, mi espacio, mis sueños otra vez.
Soñar ha sido siempre mi mejor aliado en las noches largas, en los días grises. Sueño con un libro abierto que invita a perderse en el laberinto de letras, sueño con los ojos abiertos, sueño mientras el cansancio adormece mi cuerpo, sueño contigo y estás conmigo.
Jueves 30 de septiembre de 2010.
Soñar fue siempre mi mejor aliado en las noches largas, en los días grises. Soñaba frente al lago, soñaba con un libro abierto que invitaba a perderse en el laberinto de letras, soñaba con los ojos abiertos, soñaba mientras el cansancio adormecía mi cuerpo, soñaba contigo.
Pasó tanto tiempo que casi llegué a creer que todo se quedaría así, en un maravilloso sueño.
Cuando anunciaste tu llegada empecé a imaginarte, a trasladar esos sueños en miradas, balbuceos, apretones de dedos y sonrisas.
Mis pensamientos se llenaron de ti, mis hábitos cambiaron, los sueños crecieron y te hicieron grande, te llenaron de canciones, cuentos y colores.
Sentía mi corazón latir a un ritmo cuya definición se tradujo en amor, un amor inmenso, desconocido, inusitado.
Cada movimiento tuyo llenaba mi cuerpo de alegría, de ternura, de esperanzas. Mi mundo se llenó de expectativas, de luciérnagas chispeantes titilando en mañanas anheladas que acercaban nuestras miradas.
Los días transcurrieron, las noches se colmaron de ti y tu suave llanto mitigó el temor, el dolor, la ansiedad. Rocé tu rostro con el mío, miré tus grandes ojos proyectados de luz, nos acercamos, nos sentimos de una forma diferente.
Tu sonrisa esbozada en tu pequeño rostro casi rosado, tus diminutos dedos sosteniendo mi pecho, tus susurros, la placidez de tu sueño tras mi canto destemplado llenan mi tiempo, mi espacio, mis sueños otra vez.
Soñar ha sido siempre mi mejor aliado en las noches largas, en los días grises. Sueño con un libro abierto que invita a perderse en el laberinto de letras, sueño con los ojos abiertos, sueño mientras el cansancio adormece mi cuerpo, sueño contigo y estás conmigo.
Jueves 30 de septiembre de 2010.
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