Disfraces

Hace unos días, una amiga comentaba sobre una nota del colegio de su hija de cuatro años, en la cual solicitaban a los padres de familia (siempre en masculino), llevar a sus hijos en un día determinado vestidos con traje regional y llevar vegetales porque iba a realizarse la actividad del mercado.

En otra ocasión, mi sobrino llevó a su casa una nota en la que le pedían, de nuevo a los “padres” llevar “disfrazados” con traje “típico” a sus hijos para la realización de una actividad.

En ambos casos, la o el maestro y las autoridades de ambos colegios dieron muestras de ignorancia y racismo, mientras reforzaban en niños y niñas estereotipos heredados desde tiempos de la Colonia.

En el primer caso, mi amiga de forma muy natural llevó a su hija a un mercado para mostrarle que este tipo de actividad comercial es realizada por personas vestidas de diversa forma y que vestir un traje regional no representa trabajar en el mercado, lo cual por supuesto no desmerece para nada a la persona, posteriormente llevó a su hija al colegio vestida de manera cotidiana.

En el segundo caso, mi hermano decidió no enviar a su hijo a la actividad y remitir una carta a la dirección explicando que un hüipil o un corte no es un disfraz y que le parecía que el colegio debía cambiar los criterios con los que está educando a los niños y niñas, ya que lo único que hace era reforzar patrones de discriminación y racismo.

Pero, ¿cuántos padres y madres notaron esto y hablaron con sus hijos? ¿Cuántos corrieron en busca de la ropa requerida para la actividad? Y más aún, ¿en cuántos colegios y escuelas se repite cotidianamente este tipo de actitudes? ¿En cuantos establecimientos educativos se aborda el tema de la diversidad cultural? ¿En cuántos se ha hablado sobre racismo y discriminación? ¿Cuántas de estas actividades son promovidas por la cartera educativa?

Y es que, ¿qué se puede esperar de un sistema de educación en donde se denuncian hechos de racismo? En país tan diverso es necesario e imperativo hablar de estos temas y prestar atención a situaciones como esta. Es algo que debemos tener presente todos y cada uno de las y los ciudadanos, porque mientras no exista respeto hacia los demás, no podremos dejar de vivir sin violencia.

La Hora 19 de agosto de 2010.

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