Temblores

No voy hablar de los que recientemente nos despertaron moviendo nuestras camas y clamando desde la tierra por tanto dolor que la atosiga.

Hablo de las sacudidas producidas por cuestiones político-electoreras, Mi Familia Progresa y la negativa de un ministro quien, poniéndose la camisa de un “gobierno solidario”, deja atrás esa imagen de seriedad y rectitud que lo caracterizaba, convirtiéndose él también, como muchos otros que a diario roban cámara y otras cosas, en un títere de una administración que valiéndose de un eslogan en pro del pueblo hace y deshace con nuestros impuestos, nuestra dignidad y nuestro futuro.

Y es que aunque ese programa aparentemente está apoyando a familias en extrema pobreza, continúa sin ser fiscalizado, una negativa que como ya mucho se ha dicho lleva a pensar que algo esconde y que los dineros del país no van en su totalidad a las manos de la población guatemalteca. Esto no es nada nuevo, en cada gobierno las y los funcionarios agarran su tajada y este no ha sido la excepción, para muestra el doble salario del comunicador del vicepresidente, algo que muchos otros funcionarios reciben y que ojalá en algún momento salga a la luz pública para que ese maquillaje que usan frente a los flashes se desvanezca y los muestre tal y como son: sinvergüenzas, corruptos, aprovechados y mentirosos.

Ojalá también que la Corte de Constitucionalidad cumpla su función y destituya a Argueta y obligue al Ejecutivo a entregar la información que Nineth Montenegro, en su papel de fiscalizadora y agregaría yo, de diputada consiente, exige.

Otro de los temblores es el producido por las manifestaciones, ahora no masivas del gremio magisterial. Aunque este un sismo que no se origina nada más en las demandas de los maestros, sino también en la ineficiencia de quienes laboran en el Ministerio de Educación.

Muchas personas, como yo, criticamos el mal desempeño de los docentes, la inasistencia, la falta de entrega hacia las y los estudiantes y sus paros laborales, pero debería estar claro que mientras no cuenten con un salario digno que les permita vivir, más que sobrevivir, no podremos exigir esa calidad educativa que a todas luces está ausente en Guatemala y que se refleja en el actuar de las y los ciudadanos, perpetuando esa condición de sumisión que heredamos de la Colonia y que aún permite que gente sin escrúpulos, como los políticos de ayer y hoy, sigan abusando de nosotros.

A esto hay que agregar el terrible pensum académico y las deplorables condiciones en las que están sumidas muchas escuelas, gracias al terrible despilfarro y robo en las arcas nacionales. Para muestra están el despampanante aeropuerto y las cuentas del reo Portillo, que quién sabe si algún día regresarán a donde corresponden.

Todo esto tambalea nuestro sistema, teniendo una víctima recurrente, la niñez. Son ellas y ellos quienes siempre pierden, porque no hay escuelas o escritorios, porque las refacciones están vencidas, porque vale más el prestigio de un ex presidente de derecha, quien realiza una obra de infraestructura gigantesca a costa de la educación, o valen más los estudios universitarios de la hija de un ex mandatario que representó una propuesta política del horror de la guerra. Porque vale más el pacto fiscal y el apoyo de Joviel a Colom o viceversa, porque al final aún no votan o porque acá, no hay quién pueda defendernos.

La Hora, 25 de febrero de 2010.

Comentarios

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