Abandono
De un tiempo para acá, Atitlán se ha puesto de moda, lamentablemente o mejor dicho, como suele ocurrir en esta nuestra Guatemala, por algo triste: el lago está en coma.
De esta cuenta, Gobierno, ONGs y otras instituciones han criticado, sugerido, propuesto y ofrecido, sin embargo, varios meses después de que la noticia de la presencia de la cianobacteria ocupara titulares, aunque noticia como tal ya no era, porque ya se había hablado al respecto, poco se ha hecho para su recuperación.
Se anunció el funcionamiento de una planta de tratamiento que evidentemente no va a poder procesar los desechos de más de 300 mil habitantes, ni mucho menos limpiar todo lo que ya se encuentra contaminado.
Pese a que el Instituto Guatemalteco de Turismo ofrece paquetes en hoteles para mover el turismo hacia el área y a que el lago aparentemente luce celeste y cristalino, el problema sigue latente a ocho metros de profundidad y creciendo cada día más, debido a esa falta de atención de parte de las autoridades.
Las calles de Panajachel se han empezado a llenar nuevamente de turistas, lo cual redunda en venta para restaurantes, hoteles y artesanos, pero un día después de las visitas se ven sucias, llenas de vasos, platos y bolsas de plástico, todo lo que intoxica más al bello lago.
La gente ha empezado a sumergirse en las aguas sin que autoridades estén presentes para alertar a los bañistas sobre los problemas que este momento recreativo puede desencadenar. Las lanchas continúan llenando de aceite y diésel el ambiente y muchos de los muelles atesoran, entre tierra y madera vieja, vestigios de basura que de un momento a otro nadarán en el lago movidos por el viejo Xocomil.
Como la política nacional es muy movida, los asesinatos de pilotos de buses no cesan y otros países viven catastrofes nacionales, el tema del lago y su terrible estado pierde importancia. Es imprescindible que las autoridades tomen acciones inmediatas, que dejen de dar declaraciones aporreándose el pecho mientras piden una ayuda internacional que quizá nunca llegará a su destino. La población que circunda al lago debe tomar medidas para que esas plantas de tratamiento empiecen a funcionar y para sancionar a quienes contaminen el lago y por supuesto los empresarios del área, que tanto se han beneficiado de esta maravilla natural, deben hacer algo más que ofrecer habitaciones al dos por uno y pagar uno que otro anuncio que los haga “socialmente concientes”, pueden ser ellos quienes implementen otras plantas de tratamiento, pongan botes de basura en las calles de los municipios, con personas que puedan darles mantenimiento, y organizen jornadas de limpieza del lago, mientras el gobierno central y las municipalidades logren coordinarse y funcionar como deben.
La Hora, 4 de marzo de 2010.
De esta cuenta, Gobierno, ONGs y otras instituciones han criticado, sugerido, propuesto y ofrecido, sin embargo, varios meses después de que la noticia de la presencia de la cianobacteria ocupara titulares, aunque noticia como tal ya no era, porque ya se había hablado al respecto, poco se ha hecho para su recuperación.
Se anunció el funcionamiento de una planta de tratamiento que evidentemente no va a poder procesar los desechos de más de 300 mil habitantes, ni mucho menos limpiar todo lo que ya se encuentra contaminado.
Pese a que el Instituto Guatemalteco de Turismo ofrece paquetes en hoteles para mover el turismo hacia el área y a que el lago aparentemente luce celeste y cristalino, el problema sigue latente a ocho metros de profundidad y creciendo cada día más, debido a esa falta de atención de parte de las autoridades.
Las calles de Panajachel se han empezado a llenar nuevamente de turistas, lo cual redunda en venta para restaurantes, hoteles y artesanos, pero un día después de las visitas se ven sucias, llenas de vasos, platos y bolsas de plástico, todo lo que intoxica más al bello lago.
La gente ha empezado a sumergirse en las aguas sin que autoridades estén presentes para alertar a los bañistas sobre los problemas que este momento recreativo puede desencadenar. Las lanchas continúan llenando de aceite y diésel el ambiente y muchos de los muelles atesoran, entre tierra y madera vieja, vestigios de basura que de un momento a otro nadarán en el lago movidos por el viejo Xocomil.
Como la política nacional es muy movida, los asesinatos de pilotos de buses no cesan y otros países viven catastrofes nacionales, el tema del lago y su terrible estado pierde importancia. Es imprescindible que las autoridades tomen acciones inmediatas, que dejen de dar declaraciones aporreándose el pecho mientras piden una ayuda internacional que quizá nunca llegará a su destino. La población que circunda al lago debe tomar medidas para que esas plantas de tratamiento empiecen a funcionar y para sancionar a quienes contaminen el lago y por supuesto los empresarios del área, que tanto se han beneficiado de esta maravilla natural, deben hacer algo más que ofrecer habitaciones al dos por uno y pagar uno que otro anuncio que los haga “socialmente concientes”, pueden ser ellos quienes implementen otras plantas de tratamiento, pongan botes de basura en las calles de los municipios, con personas que puedan darles mantenimiento, y organizen jornadas de limpieza del lago, mientras el gobierno central y las municipalidades logren coordinarse y funcionar como deben.
La Hora, 4 de marzo de 2010.
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