Inquietudes de una lectora guatemalteca
Esta semana se anunció al merecedor del Premio Nacional de Literatura, que se da año con año como reconocimiento oficial por toda una vida dedicada a las letras.
Es un premio importante, dado que lleva el nombre del escritor guatemalteco que obtuvo el Nobel de Literatura en 1967, uno grande además, si tomamos en cuenta que escritoras y escritores como Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera, Ana María Rodas, Isabel de los Ángeles Ruano, Marco Antonio Flores y Mario Roberto Morales lo han recibido y un premio también que, personalmente, desde hace años me deja muchas inquietudes.
Sin ánimo de juzgar, aunque el derecho existe, a quienes forman el Consejo Asesor para las Letras que selecciona al Premio Nacional de Literatura, me he preguntado desde hace tiempo cuáles son sus parámetros para elegir a un o una escritora, cuántos y quiénes están en ese listado, qué valor tiene la Sociedad Civil o la Academia en este asunto y cómo llegaron ellos allí. Por otro lado, me pregunto también cómo se elige al Consejo, quién lo nombra y porqué, cuánto tiempo permanecen sus miembros en él y cuánto deliberan para seleccionar al ganador.
Siempre he pensado que Q50 mil es muy poco para reconocer toda una vida de aporte a la cultura, más si tomamos en cuenta que el premio de novela Monteforte Toledo da exactamente lo mismo por una obra. ¿No sería acaso mejor dar el reconocimiento cada cuatro años y otorgar una suma más significativa, Q250 mil por ejemplo, o buscar la manera de otorgar una pensión vitalicia a quienes lo han recibido, porque luego es triste, al menos eso siento yo, verlos por las calles en situaciones precarias como Isabel de los Ángeles Ruano o en un asilo que amenaza con cerrar cada cuanto por falta de apoyo, como Julio Fausto Aguilera.
Como ciudadana, como lectora y como periodista creo tener derecho a saber, a que me respondan estas dudas y estoy en la obligación además de proponer, por lo que a través de este espacio invito a las autoridades del Ministerio de Cultura y del Consejo que elige al Premio Nacional, a que lo hagan a través de un conversatorio, al que podamos asistir quienes tenemos estas inquietudes, que somos muchos. Digo, al final de cuentas esto sucede en un ámbito de gente educada, supongo que sin presiones políticas y se cancela con los impuestos que pagamos.
Transparentar las cosas que quizá no se conocen porque nadie ha preguntado, escuchar a quienes leemos, abrirse a sugerencias, es siempre bueno, más en una época cuando la solidaridad prevalece. Así pues, espero su respuesta, más bien, la esperamos.
La Hora 09 de julio de 2009.
Es un premio importante, dado que lleva el nombre del escritor guatemalteco que obtuvo el Nobel de Literatura en 1967, uno grande además, si tomamos en cuenta que escritoras y escritores como Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera, Ana María Rodas, Isabel de los Ángeles Ruano, Marco Antonio Flores y Mario Roberto Morales lo han recibido y un premio también que, personalmente, desde hace años me deja muchas inquietudes.
Sin ánimo de juzgar, aunque el derecho existe, a quienes forman el Consejo Asesor para las Letras que selecciona al Premio Nacional de Literatura, me he preguntado desde hace tiempo cuáles son sus parámetros para elegir a un o una escritora, cuántos y quiénes están en ese listado, qué valor tiene la Sociedad Civil o la Academia en este asunto y cómo llegaron ellos allí. Por otro lado, me pregunto también cómo se elige al Consejo, quién lo nombra y porqué, cuánto tiempo permanecen sus miembros en él y cuánto deliberan para seleccionar al ganador.
Siempre he pensado que Q50 mil es muy poco para reconocer toda una vida de aporte a la cultura, más si tomamos en cuenta que el premio de novela Monteforte Toledo da exactamente lo mismo por una obra. ¿No sería acaso mejor dar el reconocimiento cada cuatro años y otorgar una suma más significativa, Q250 mil por ejemplo, o buscar la manera de otorgar una pensión vitalicia a quienes lo han recibido, porque luego es triste, al menos eso siento yo, verlos por las calles en situaciones precarias como Isabel de los Ángeles Ruano o en un asilo que amenaza con cerrar cada cuanto por falta de apoyo, como Julio Fausto Aguilera.
Como ciudadana, como lectora y como periodista creo tener derecho a saber, a que me respondan estas dudas y estoy en la obligación además de proponer, por lo que a través de este espacio invito a las autoridades del Ministerio de Cultura y del Consejo que elige al Premio Nacional, a que lo hagan a través de un conversatorio, al que podamos asistir quienes tenemos estas inquietudes, que somos muchos. Digo, al final de cuentas esto sucede en un ámbito de gente educada, supongo que sin presiones políticas y se cancela con los impuestos que pagamos.
Transparentar las cosas que quizá no se conocen porque nadie ha preguntado, escuchar a quienes leemos, abrirse a sugerencias, es siempre bueno, más en una época cuando la solidaridad prevalece. Así pues, espero su respuesta, más bien, la esperamos.
La Hora 09 de julio de 2009.
Comentarios
AMISTAD es un término muy vapuleado. Ha pasado de definir desde una relación estilo hermandad donde por mi amig@ se apostaría hasta los genitales si se diera el extremo caso hasta esta edulcorada y fingida pose educada en ke ese desconocid@ al otro lado de la pantalla te está ofreciendo con exkisito disimulo o ke le bajes los calzones o las bragas si cumples con los valiosos rekisitos ke te propone (esto último es un límite en el ke me he visto implicado a lo largo de los 18 años ke llevo por el Feisbuq).
Y vomito una pregunta yo: ¿existe ese tipo de personalidad ambisexual ke ni anteponga ni rechace de plano el desmadre erótico, dinero, empleo o la nacionalidad (han llegado a pronerme antes de la crisis matrimonio de conveniencia por sexo con tal de conseguir los papeles de residencia en mi España), plasta compañía o juerga consumista a la hora de contraer amistad? Si así es tu postura, ya tardas en dedicarme unas letras, candidat@ a amig@ de l@s de antes. ASÍ PUTO SEA.
https://conociendoapaskselva.wordpress.com/