Ni a Chapulín siquiera (con el perdón de Chespirito)

No contaba con astucia, por eso, nuestro presidente que en lugar de antenitas de vinil ostenta dos grandes orejas, no diría yo que de roedor, hace y deshace, porque no sospechó desde un principio que fuera tan difícil fungir como mandatario de un país tercermundista, porque no tenía todo fríamente calculado, quizá por ingenuo, pensando bien y tratando de no ser rencorosa, digo por todo lo prometido y no cumplido cuando quería votos, porque nunca pensó que podría vivir sin detectar la presencia del enemigo y entonces empezó a confundir los dichos y los hechos, cantinfleó, la regó y por si fuera poco salió diciendo que no cundiera el pánico y fue así que cundió y la ministra de Educación se abalanzó y empezó a ordenar, a dictar normas que no había meditado y los estudiantes gritaron para que alguien pudiera defenderlos, pero ¿quién podría hacerlo? las lluvias vinieron y arrastraron con las corrientes de los ríos y las piedras de los cerros lo que encontraron a su paso y la chicharra paralizadora del mandatario no pudo hacer nada, nada, o tal vez si, porque luego del Stan todo quedó igual, devastado, puede ser que se hayan aprovechado de su nobleza, porque sus ministros dicen que el dinero se acabó y que es necesaria más ayuda de la comunidad internacional, los hospitales quedaron paralizados, los médicos se fueron al paro y lo único que supo decir fue ¡chanfle!, con esos antecedentes la Policía también se alebrestó y amenazó con huelga y ni Vielmann, ni Sperinsen, ni el chipote chillón pudieron cambiar las cosas, él se sintió muy valiente y dijo siganme los buenos, pero con Stein, González y Rosa María de Frade no avanzó mucho, y aunque siempre se creyó más ágil que una tortuga por aquello de conejo, más fuerte que un ratón y más noble que una lechuga, su alimento favorito, su escudo no fue un corazón porque no se conmovió con la huelga de las personas de la tercera edad y dijo NO a su solicitud de apoyo, así que abatido por tanto meter la pata decidió tomarse una pastilla de chiquitolina, y decidió no dar más entrevistas a la tele, la prensa y la radio, no volvió a decir yo opino… porque la regaba más y se defendió diciendo no somos Superman. Señor presidente ¿quién pensó eso?

La Hora, 26 de julio de 2006.