Nice to meet you

El jueves, justo a las seis de la tarde, en muchos lugares de Guatemala, los fogarones iluminarán las ya oscurecidas calles de esta ciudad, en donde los focos no siempre prenden y si lo hacen, tendrán menos watts de que los que poseen el cerebro de algunos funcionarios, que felices de cobrar un jugoso salario, y ¡¡¡yeahhh!!!! este mes un aguinaldo, hablan sin coherencia, firman documentos que no leen -y que de leer no entenderían – y propagan el sistema de corrupción y mediocridad que se vive en el país. Pero volviendo a la quema, una práctica que para muchos, incluida yo, es algo ya inaceptable, conlleva un significado, que muchos han olvidado y que bien nos vendría en estos momentos por muchas circunstancias. Cuando yo era niña, al acercarse el 7 de diciembre, se incrementaban las acciones de limpieza en mi casa. Revisábamos los clósets, no para quemar ropa, pero sí para sacar todo lo que no nos quedaba y limpiar, quitar el polvo y una que otra telaraña. Se barría a conciencia, se cortaba la grama, se sacaban papeles guardados porque sí y, con ese quehacer previo, nos íbamos despojando de muchas cosas que en el transcurso del año nos habían molestado, lastimado. Terapéutico en realidad. Hoy quiero hacer lo mismo, no para prender fuego, pero quiero a través de este primer contacto con quienes me leen, empezar de cero. Es decir, dejar atrás la carga que este año, particularmente violento, ha dejado en mí. Quiero abortar a través de las palabras, que son con las que mejor me llevo, esos sinsabores y resentimientos que los abusos y la prepotencia de algunos, que las sandeces y vulgaridades de otros y que la sinvergüenzuras e irresponsabilidad de unos más, me han causado. Dejando a atrás todo esto, me presento en Ordinaria Locura, un espacio en donde la locura me conecta con la cotidianidad y lo ordinario me traslada a las extraordinarias personas que me leen. gAZeta, 5.12.17

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