De pericos y borregos

Esta semana, las redes sociales mostraron indignación por los resultados de las elecciones en Estados Unidos y por los destrozos de la sexta avenida. Curioso, al menos para mí, ver tanta sorpresa con la victoria de Trump, digo, basta escuchar, observar y ver el proceder de buena parte de los estadounidenses para saber que todo lo que se le ha criticado a ese señor, no es más que el sentimiento reprimido de muchos y no sólo ahí. Y aunque a todas luces lo que ocurra en el país del norte nos afecta, lo que pasa acá debería importarnos. Sin embargo, no vi que la gente se molestara, indignara o comentara por la elección de la junta directiva del Congreso y las repercusiones que la llegada de esas personas pueda tener en el país. Lo que sí indignó, ofendió e hizo que media Guatemala se rasgara las vestiduras fue lo ocurrido el pasado jueves en la sexta avenida de la zona 1. Tras la trifulca de vendedores ambulantes vrs. antimotínes y varios de los de siempre, que bien pagados gritan más duro, la ciudadanía indignada clama justicia a través de las redes sociales, la radio y la televisión. “Vándalos” dicen, yo me pregunto si conocerán el significado de esa palabra. “Destruyeron nuestra ciudad”, casi que gritan y podría jurar que esta precisa parte de la ciudad no es un lugar que transiten. Que los vendedores son sucios, que afean el lugar, que las obras de arte, que por cierto nunca habían visto y ni siquiera saben quién las creó, y por ende el mundo del arte ha sido mancillado, ¡bah!. A mi sí me indigna, pero la ignorancia, la falta de sensibilidad, la carencia de empatía y lo wannabes que son. Repiten sin entender, asienten porque otro lo hizo, por eso alzan la mano y se sienten cool, ciudadanos de primer nivel ajenos a la pestilencia que la pobreza provoca. Nadie se fajaría horas bajo el sol, apoyado en una dura banqueta horas de horas si no tuviera necesidad de ganar una cantidad de dinero, que le permita al menos darle algo de comer a sus familias. Eso no lo entienden quienes afortunadamente cuentan con un título educativo que barato no fue, por muy gacho que haya sido el colegio donde estudiaron. Eso no lo entienden quienes palidean por el pago de la tarjeta de crédito topada en el shopping del viaje a Miami. Eso no lo entienden o pretenden no entenderlo quienes no quieren recordar que para pagar la renta, comprar comida, vestirse y transportarse hay que fajarse y cada quien lo hace como puede. De esa cuenta, si tuviera que graficar Guatemala, la llenaría de borregos pasmados y pericos adiestrados que gritan “si se puede” y responden con una sonrisa en los labios “yes”, cuando ven la oportunidad de ser tendencia en las redes, aunque sea a base de pendejadas, de que les den like, de parecer lo que no son y de que su ortografía los delata. La Hora - Nov 12, 2016

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