Más allá
Entre las nubes, a más de 216 kilómetros de esta urbe complicada, en las montañas en las que el quetzal hace nido, hay miles de guatemaltecos y guatemaltecas (sí, reitero el género aunque a algunos no les guste) que luchan cada día, llenos de sueños y de ilusiones, para que sus hijos e hijas puedan ir más allá de lo que ellos han andado, puedan entender lo que la ausencia de un sistema educativo les ha impedido y puedan disfrutar de todo lo que la pobreza, el olvido y la violencia les ha privado.
Hay en sus rostros asoleados, miradas francas, de esas que pocas veces miran en estas calles de avenidas y banquetas, palabras breves, a veces cortantes pero sinceras, sin adornos barrocos de manos que entonan la voz y besos de Judas, hay en sus mesas un plato para convidar, cacao para agradecer y sonrisas para agasajar
Más allá, en donde la electricidad no ilumina los ocasos, y la telefonía celular no tiene alcance, hay miles de niños y niñas que acuden a la escuela presurosos, con trabajo pendiente en la milpa y en la casa; para empaparse de historias, número, palabras y tintas que no merecen los colores que les pinta el cielo en la mañana, el fuego que calienta la comida, las mazorcas que sonríen al crecer.
Infantes risueños, y a veces huraños, deseosos de descubrir el mundo, de transformar su futuro, niños y niñas de Chitepey, La Esperanza , Sequib, Setzimaj, Chitap, Sacaal y de muchas otras aldeas y de muchos otros municipios de Alta Verapaz que ven más allá, que quieren caminar más allá y que necesitan más.
Sí, más que Q300 de Mi Familia Progresa, más que juguetes usados en época navideña, más que refacciones escolares cuando se puede, más que sexto primaria, más que un azadón, más, mucho más que promesas electorales y dulces en chinchilete cada cuatro años.
Más allá de lo que nuestra cotidianidad alcanza, el tráfico detiene, y nuestros problemas fatigan, hay miles de hombres y mujeres, miles de niños y niñas que trabajan, se esfuerzan, tributan y esperan… y esperan y esperan y esperan.
La Hora, 14 de mayo de 2009.
Hay en sus rostros asoleados, miradas francas, de esas que pocas veces miran en estas calles de avenidas y banquetas, palabras breves, a veces cortantes pero sinceras, sin adornos barrocos de manos que entonan la voz y besos de Judas, hay en sus mesas un plato para convidar, cacao para agradecer y sonrisas para agasajar
Más allá, en donde la electricidad no ilumina los ocasos, y la telefonía celular no tiene alcance, hay miles de niños y niñas que acuden a la escuela presurosos, con trabajo pendiente en la milpa y en la casa; para empaparse de historias, número, palabras y tintas que no merecen los colores que les pinta el cielo en la mañana, el fuego que calienta la comida, las mazorcas que sonríen al crecer.
Infantes risueños, y a veces huraños, deseosos de descubrir el mundo, de transformar su futuro, niños y niñas de Chitepey, La Esperanza , Sequib, Setzimaj, Chitap, Sacaal y de muchas otras aldeas y de muchos otros municipios de Alta Verapaz que ven más allá, que quieren caminar más allá y que necesitan más.
Sí, más que Q300 de Mi Familia Progresa, más que juguetes usados en época navideña, más que refacciones escolares cuando se puede, más que sexto primaria, más que un azadón, más, mucho más que promesas electorales y dulces en chinchilete cada cuatro años.
Más allá de lo que nuestra cotidianidad alcanza, el tráfico detiene, y nuestros problemas fatigan, hay miles de hombres y mujeres, miles de niños y niñas que trabajan, se esfuerzan, tributan y esperan… y esperan y esperan y esperan.
La Hora, 14 de mayo de 2009.
Comentarios
QUE DULCE ES CLAUDIA, QUE BUENA, QUE NOBLE, QUE SENSIBLE, TAN HUMANA.
o simplemente burla...
por cierto nadie va a hablar del caso rosenberg???
KANEK
kanek