3. Migración y Desarrollo Humano en el Mundo Global

“Einstein era un inmigrante”, señalaba una fiche publicado por uno de los organismos del sistema de Naciones Unidas, para resaltar que la inmigración tiene consecuencias positivas. Y con razón, ya que para muchos el migrante se convierte en blanco de xenofobia, discriminación o, en el mejor de los casos, de invisibilización. La migración, como fenómeno de reciente origen, desde después de la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en habitual en la región mesoamericana. Sobre sus consecuencias y posibles formas de mitigar el maltrato y los riesgos que corren los emigrantes y transmigrantes, trata este documento.

1. Desarrollo Humano: Potencialidades y Limitaciones

Para el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, el Desarrollo Humano es un referente comparativo determinado por los valores de cada cultura, centrado alrededor de la economía pero no limitado sólo a ella. Se trata de un conjunto de variables que, medidas, dan como resultado una panorámica del estado de desarrollo de un país, comparado con el de otros, para saber cuál es la expectativa de vida de sus habitantes y cuál será la calidad de vida de cada persona durante ese tiempo, la cual incluye nivel de alfabetismo y el estándar de vida, expresado como el logaritmo natural del Producto Nacional Bruto y la Paridad de Capacidad Adquisitiva, en dólares de Estados Unidos.

Para que la calidad de vida sea alta es necesario que cada persona tenga acceso a buena educación, servicios de salud y que sea capaz de manejar su existencia, de acuerdo a sus necesidades individuales, de manera creativa. A mayores las opciones para elegir, mejor será la calidad de vida de cada una. El índice de Desarrollo Humano, creado en 1990 por el economista Mahbub ul Haq y por Sir Richrad Jolly, ha sido utilizado por el PNUD para presentar su Reporte de Desarrollo Humano cada año.
Una de las fortalezas del concepto de Desarrollo Humano del PNUD es que no se limita a medir el ingreso per cápita, sino se basa en que la riqueza de cada país es su población. Por tanto, del bienestar de la misma dependerá el del país. Este paradigma provee un marco contextual que permite realizar comparaciones válidas aún y cuando se hagan entre conglomerados de distinta diversidad cultural, étnica, lingüística o de otro tipo. Es decir, intenta establecer parámetros objetivos, mensurables y estandarizados para ello. Otro factor importante es que toma en cuenta el bienestar infantil, fundamental para llegar a establecer poblaciones psicohigienicamente estables, sanas y libres de violencia. Por otra parte, como es realizado por un ente supranacional su objetividad y ecuanimidad están garantizadas gracias a que no se le puede comprometer con políticas regionales o intereses económicos.

Sin embargo, desde su lanzamiento se le ha señalado como basado en simples medidas, en especial por el economista indio Amartya Sen, Premio Nóbel, a quien se le había atribuido al principio ser uno de sus cocreadores. Por otra parte su concepto piramidal establece jerarquías entre países desarrollados, en desarrollo y subdesarrollados, pero no profundiza en cómo las interacciones entre ellos empobrecen a unos y enriquecen a otros, sobre todo en esta era de globalización rampante. Por ello, podría ser utilizado para justificar políticas excluyentes o imponer condiciones no egalitarias a la hora de realizar tratados bilaterales.
Tal vez por eso, el economista Sir Partha Dasgupta, del St. John's College y profesor de Economía de la Universidad de Cambridge, se pregunta en su ensayo ¿Realmente los países pobres se están haciendo ricos? (New Statesman, http://www.newstatesman.com/200311030017), “¿Qué decir del índice de Desarrollo Humano? Para todos los países y áreas listados la tendencia es a la alza. Ofrece un cuadro casi opuesto al que obtendríamos si juzgamos el desempeño de los países pobres. Confunde más que el Ingreso Nacional Bruto”. En ese sentido el informe todavía necesita afinamientos y exige el concurso de muchos profesionales de varias naciones. A pesar de que para solventar en parte esta limitante, Naciones Unidas cuente con su Índice de Pobreza.

Así las cosas, es válido preguntarse si los valores implícitos en el concepto de Desarrollo Humano no son demasiados occidentalizados. Aunque parámetros como longevidad, bienestar infanto-materno y otros similares, sí indiquen el grado de bienestar de una población, podrían no cazar muy bien en comunidades cuyos valores y sistemas de creencias sean diferentes.

En conclusión, el concepto de Desarrollo Humano del PNUD ofrece la oportunidad de crear instrumentos objetivos para establecer comparaciones entre países, jerarquizar su nivel de desarrollo y facilitar así una lectura a vuelo de pájaro de la realidad socio-económica de este mundo. Pero no es un dictador, sino un reflejo cada vez más perfectible de la ampliación de ciencias exactas a las ciencias sociales.

2. Cambios y retos

Guatemala es zona de paso obligado para muchos migrantes en su ruta hacia Estados Unidos desde hace décadas y, de más reciente aparición y en menor escala, también hacia Europa, en especial hacia España. Intentar un análisis basado con el IDD de México 2006-2007 resulta interesante y complejo. Primero porque ambos países poseen características en común, incluso geográficas por ser limítrofes. Segundo, porque son muy disímiles en cantidad de población y capacidad económica.

El Informe de Desarrollo Humano de México 2006-2007 revela que “la decisión de migrar tiene efectos sobre la comunidad receptora y la comunidad emisora, con repercusiones a nivel individual y familiar. En muchos casos la migración implica remesas, pero también una reorganización del proceso de producción, del bienestar y de la interacción social dentro del hogar”.

El ser humano ha sido trashumante desde siempre, incluso hay etnias que migran constantemente. En el caso de México el cálculo del índice de Desarrollo Humano se realiza por regiones. En Guatemala está claro que se trata de un país macrocefálico, debido a la migración interna histórica y constante de pobladores del interior de la República a la gran ciudad. La motivación ha sido, tradicionalmente, como en el caso de México, para buscar mejor calidad de vida. Y lo mismo sucede con los connacionales que migran hacia otros países, notablemente Estados Unidos, Canadá y España. Su partida y establecimiento en otros lugares trae como consecuencia directa al cambio cultural, que se hace evidente en variaciones en el lenguaje, costumbres, dieta y hasta en el estilo de construcción.

Las migraciones de las cuales Guatemala es emisora plantean pérdida de talento y mano de obra para el país, como sucede en México según el citado estudio, “De todos los nacidos en México, 10% reside en Estados unidos, una séptima parte de la fuerza de trabajo nacida en México se desempeña en aquel país y las remesas internacionales captadas en 2005 equivalían a 3.5% del PIB (Escobar, 2006)”. Algo similar sucede en Guatemala en donde aldeas enteras se han quedado sin hombres en edad para trabajar debido a la migración.

Los cambios que plantea la migración para el país son culturales, económicos y sociales. Los primeros ya fueron citados; en el caso de la economía, ésta se nutre con las remesas familiares las cuales son como una dosis extra de efectivo el cual, por la naturaleza de las mismas, llega con eficacia a casi todos los estratos de clases medias y bajas (algo imposible con los ingresos obtenidos por medios tradicionales, como las exportaciones). Tanto que las remesas son ahora un medio importante de ingresos para la banca formal. Por otra parte, siempre en el tema económico, los migrantes vuelven y con ellos nuevas ideas acerca de cómo generar riqueza o invertir la existente. Desafortunadamente, entre los cambios también se encuentran negativos, como desintegración familiar, expulsión de los migrantes de los países receptores y, a largo plazo, potenciales cambios en las políticas y tratados bilaterales entre los países afectados.

Entre los retos se debe considerar al acomodamiento de los gobernantes quienes ya cuentan con las remesas como un componente importante para la economía global, por tanto, deberían promover políticas que aumenten la capacidad productiva del país y también una mejor distribución de la riqueza, porque la pobreza y extrema pobreza son innegables causas de migración hacia otras partes. Así lo demuestra el IDH México 2006-2007. Además, otro reto para el país es aprender a manejar la constante presión de los países receptores para que Guatemala reduzca el flujo migratorio hacia ellos.

Guatemala como país de paso es receptor temporal de migrantes, los cuales introducen cambios al país, entre ellos la llegada y el surgimiento de traficantes de seres humanos, en especial de niños, niñas y adolescentes. Como país emisor sufre por pérdida de talento pero gana por el intercambio cultural con otros países, a pesar de que el fenómeno migratorio en la región, en especial después de la segunda mitad del siglo XX, se debe a la mala distribución de la riqueza y a la falta de políticas internas que promuevan el crecimiento económico, el desarrollo del interior de la República y el establecimiento de un sistema educativo que erradique el analfabetismo y la falta de mano de obra calificada académicamente.

3. Transmigración y espacios sociales transnacionales

Transmigrar es cambiar de región política de residencia, en especial si lo hacen conglomerados grandes de personas que se definen entre sí como connacionales. Esa es la definción clásica del término.

Al hablar de transmigración en la región, un ejemplo claro es el que documentó el cineasta alemán Uli Stelzner en su filme Asalto al Sueño. En él se muestran historias reales acerca de los migrantes que deciden trasladarse a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.

Asalto al Sueño explora la cara más visible de la globalización, y no solamente descifra la amenaza, sino también las causas que llevan a hombres y a cada vez más a mujeres y niños a dejar todo atrás. Es decir, la pobreza, la falta de oportunidades, esa migración interna previa, que evidencia las grandes desigualdades sociales de nuestros países, en donde los estereotipos son muchos y vienen a ser como un detonante para marcharse. Algo que no es fácil, y este documental lo muestra, porque implica una inversión económica fuerte, que en la mayoría de casos no se tiene, además de que se entrelaza con un mundo en donde la prostitución, el contrabando, la trata y la corrupción pueden postergar o evitar llegar hacia donde se valla, en este caso a Estados Unidos.

Muchos centroamericanos luego de migrar internamente empiezan ese vía crucis de su país de origen hacia el “norte”, pasando por Guatemala y México, países donde muchas veces se detienen por estafas, asaltos o insuficiencia de fondos. Viviendo así una temporada en cada lugar, antes de llegar a su destino, del cual muchas veces son deportados para iniciar, en muchos casos, de nuevo ese recorrido, que puede ya no concluirse.

Transmigración es vivir cambiándose de país, convirtiéndose en una forma de existir, de vivir y sobrevivir. Y es entonces cuando esa transmigración puede convertirse en una amenaza (la migración internacional, no sólo produce nuevos ámbitos y espacios sociales muchas veces tratados como híbridos, en las regiones de origen y en las regiones de destino, sino que también lleva a nuevas prácticas y estructuras sociales transnacionales, que, en el caso de perdurar, establecerse, diferenciarse y densificarse, se pueden convertir en nuevos espacios sociales transnacionales) , El mejor reflejo de esto son los chicanos (Hunger of Memoir, de Richard Rodríguez, y Barrio Boy, de Ernesto Galarza, explican esta hibridación). Y esa misma sensación de híbridación se pone de manifiesto en este documental, el lenguaje varía, también las costumbres, hábitos; hay pues una transculturación.

Dejando a un lado Asalto al sueño, contamos con estos ejemplos:
Sólo los más menesterosos acuden a la Casa de los Migrantes en Tecun Uman, un mísero poblado de Guatemala, junto a la frontera con México. Llegan en pequeños grupos o individualmente, muchos con historias de padecimientos inconcebibles, así como animados por la decisión inquebrantable de continuar el viaje hacia el norte para llegar a Estados Unidos, pase lo que pase.

En la Casa de los Migrantes, dirigida por la Orden Scalabrini de la Iglesia Católica, los migrantes obtienen alojamiento gratuito durante hasta tres noches, alimentos, algunos consejos para el camino y una oportunidad de ducharse y lavar su ropa.

Para algunos, éste es el primer intento de viajar hacia el norte. Otros ya han sido detenidos por las autoridades mexicanas de migración y se aprestan a iniciar su segundo intento, o tercero, o cuarto...

Sandra Lloro, hondureña de 20 años de edad, madre de tres hijos, había recorrido ya la mitad del camino a través de México cuando la detuvieron las autoridades mexicanas de inmigración y la enviaron de regreso a Guatemala. Junto a la frontera, fue víctima de un robo. Dice: “Me quitaron mis papeles y todo mi dinero”. Después de asistir a una charla en la Casa de los Migrantes, está preparándose nuevamente para encaminarse al norte y cruzar la frontera, a pie y sin dinero.

Cuando se le pregunta si no sería más razonable regresar a Honduras, sacude la cabeza, baja la mirada y dice “no, no puedo”, en un tono que no da lugar a dudas acerca de la firmeza de su decisión.

Gerardo Valladares es otro hondureño en el grupo reunido en la Casa de los Migrantes. Sentado a la sombra, durante la canícula asfixiante, relata su historia de reiterados reveses, accidentes y fracasos económicos.

Cuando en 1998 el huracán Mitch arrasó Honduras, perdió a su esposa. Dice: “Tuve que sacar a los dos hijos mayores de la escuela y los dos menores nunca empezaron a asistir porque yo no podía pagar”. Poco después, perdió su empleo como vendedor de cereales, después a su vivienda y, como si éstas no fueran suficientes dificultades, lo atropelló un automóvil que le causó tres fracturas en la pierna derecha y una en la izquierda. Camina con muletas. Comenta: “En el fondo de mi corazón sé que no tengo el ánimo necesario para ir allá [los Estados Unidos]. ¿Por qué no nos ayudan, así podríamos permanecer en nuestro propio país?”, pregunta, sin dirigirse a nadie en particular.

“María”, una joven de 22 años de Amatitlán, Guatemala, es una trabajadora del sexo que presta servicios a la población local y a la población transitoria. Dice que vino a Tecun Uman “por necesidad”. Después de tres años de matrimonio, su esposo comenzó a pegarle y ella ya no pudo seguir viviendo con él. Visita regularmente una clínica local donde obtiene reconocimiento médico y suministro de condones. “Mis clientes los utilizan, pero algunos los rompen a propósito”, comenta.

Su sueño es viajar a Estados Unidos con su hijito de 3 años y encontrar trabajo: “cualquier trabajo, pero no éste”. Para contratar a un “coyote”, una persona que se encarga del contrabando de personas a través de la frontera, necesita ahorrar 25,000 quetzales (unos 3,300 dólares). Hasta el momento, sólo ha ahorrado 3,000 quetzales, es decir, unos 400 dólares.

Estos ejemplos ilustran cómo una persona en su viaje migratorio se convierte en transmigrante, en estos casos por causas que la forzan a serlo. No les es posible realizar el trayecto de una sola vez, puesto que en el camino encuentran todo tipo de tropiezos: corrupción de las autoridades, delincuencia, enfermedades, accidentes. Para lograr llegar deben sobrevivir trabajando y residiendo ilegalmente en los países de paso. Además, los ejemplos clarifican cuáles son los espacios sociales que sirven de corredor para los transmigrantes.

Primero, es obvio que se trata de zonas de escasos recursos, insalubres o faltas de servicios básicos. No sólo casi todos los transmigrantes y migrantes son víctimas de violencia, sino algunos han recurrido a ella para sobrevivir. Para muchas migrantes la prostitución se convierte en una forma de vida, ya sea porque se les forza a ella o porque no encuentran otra opción para sobrevivir. La única alternativa que nadie quiere tomar es volver al país de origen, porque en él las oportunidades son aún menores y a veces los espacios sociales en donde se desarrollan son igual de peligrosos.

En conclusión podemos afirmar que el fenómeno de la transmigración, y en menor medida el de la migración misma, se define como el resultado de un continuo estado de pobreza y es consecuencia de la falta de oportunidades en los países emisores. Mientras, los países receptores no implementan políticas adecuadas para que sus espacios sociales, ocupados por transmigrantes y emigrantes, mejoren y ofrezcan así, por lo menos, un trato que cumpla con lo establecido en tratados internacionales signados por la mayoría de países involucrados.

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