Cuando yo era pequeña, que tampoco es hace mucho, en días como hoy se acostumbraba a buscar todo aquello que no servía, que ya no tenía sentido de conservarse (cuadernos, papeles…) y sacarlo junto con la basura que iba a quemarse para así sacar el diablo de nuestras casas.
Por supuesto, en ese tiempo aún no se hablaba tanto de medio ambiente, hoy que estas prácticas se están perdiendo, lo cual no critico, pero en cierta forma extraño, propongo otro tipo de quema, una más bien espiritual, propongo hacer un listado de todo aquello que nos moleste, perturbe, recuerde cosas tristes o malas y quemarlo, sacarlo, borrarlo de nuestra existencia.
Por ejemplo, yo que a lo largo del año me he venido trasluciendo en este espacio tengo entre muchas cosas que hacen ruido las interrogantes que acosan mi existir y, aunque no puedo prescindir de todas ellas, porque ¿qué sería la vida sin dudas y problemas?, puedo sacar algunas que junto con mis terribles arranques de neurosis, tristeza y mal humor deberían de consumirse de mi ser, para siempre.
Quisiera que se calcinaran los absurdos, (no zurdos), las confusiones emociopasiosentiirracionales que surgen cada vez que mi corazón se acelera.
Junto con eso quisiera quemar ese miedo constante que me acompaña a mí y al resto de compatriotas por vivir en un país en donde el día siguiente es una posibilidad, a veces remota.
Que se perdieran para nunca más volver esas cancioncitas vacías de los candidatos a.. para transformarse en propuestas serias, dignas de un voto.
Que se esfumaran los policías de la PMT que tanto bilis me hacen producir a mi, a usted papá, mamá…
Quisiera que se diluyera, acabara, perdiera la envidia, esa que pone verde a la gente, junto con la prepotencia e imponencia de algunos (unas) que creen que con el poder, que a veces aún no tienen y que probablemente no llegarán a tener, pueden mango-ningonear-fregar al resto, esos pequeños poderes concedidos por “amiguismos” que ojalá no se concreten, que se vayan.
Que con las llamas, esas que en algunos lugares arderán o que mentalmente podemos fijarnos, se vaya todo eso, y todo lo que nos moleste, incluidos algunos recuerdos (viejos o recientitos) y aunque la memoria histórica no debe desaparecer, que se calcine ese histérica (memoria) que a veces nos corroe.
Que se chamusque también la mentira, mentira, sólo que se arda un poquito, y que se doren las melancolías, las gomas (morales con m no con M) y de las otras y que se abracen las soledades, hoy por ejemplo a eso de las 8, ya cuando queden las brasas nada más, en un barcito (ya tu sabes…) y que con el brindis se cocinen también las lombrices que tengamos en las panzas.
Que la quema prenda pues.
Comentarios
Mano, lo del bar, avisalo con tiempo, hay que tomarnos alguito y lanzar las penas al viento, vengo leyendote, y vengo notando que algo te tiene medio indecisa, tristona, preocupada... pero, si ese algo logra que escribas tan de a huevo como ultimamente lo has estado haciendo, bien por eso, bien por vos y bien la palabra
El 7 de diciembre de 1971, yo hice una hoguera enfrente de mi casa con casi toda la primera edición de La debacle, mi primer libro, y de esa manera participé en la quema del diablo.