Si no aprueban las reformas tienen la cola machucada
Guatemala es hoy por hoy un paraíso para proxenetas, abusadores y traficantes de niños y niñas. Nuestras leyes obsoletas y carentes de sentido común permiten aún que por un costo mínimo quien abusa de un infante quede libre de toda culpa, presto y dispuesto a volver al ataque. Las calles de nuestro país son pues, territorio libre para malechores, sirvengüenzas y degenerados.
Y no exagero cuando les califico de esta forma, es la realidad, dura, terrible más bien, para quienes sufren estos vejámenes, pequeños con sus sueños transformados en pesadillas, niños y niñas que despiertan con el temor de un nuevo dolor, que viven en una especie de esclavitud “moderna”, guatemaltecas y guatemaltecos desprotegidos, ignorados, olvidados, utilizados por estas personas y por todas las demás que directa o indirectamente lucran con todo este sufrimiento.
Redes internacionales que operan acá arrancando de sus hogares a estos infantes, o que traen engañados a otros de distintas partes del país o del istmo, aprovechándose por supuesto de que acá no hay penas graves para estos delitos, o de que muchos ni siquiera se consideran como tal, además de que, como siempre, con dinero baila el perro y se acallan los reclamos.
Por eso es importante, imperativo en realidad, que las reformas al Código Penal que esta semana se presentaron ante el Congreso de la República, para combatir este flagelo, sean aprobadas por los diputados. Cabe señalar que en época de campaña electoral, todos los candidatos a presidente, que tienen hoy parlamentarios en las curules, se comprometieron con este tema, prometieron velar por la niñez, hacer que se respetara la vida con mano dura o con inteligencia, pero igual dieron su palabra.
Queda entonces claro que estas reformas no tendrán tantos peros y reparos, ni serán ignoradas como el 17 de agosto de 2006, cuando en tercera lectura quedó el tema engavetado.
Ahora tienen la oportunidad de reivindicarse, de cumplir con dignidad su función de “padres, madres”, también pues, de la patria, responsabilizándose por la niñez. De no ser así, habrá que empezar a ver si no tienen algo que esconder, si no les llega algún deposito extra a sus cuentas bancarias, si no tienen ellos o sus familiares vínculos con estas redes de trata y explotación, el que nada debe, nada teme dice el refrán, hay que ver pues si nuestros diputados y diputadas tienen sus cuentas cabales y cumplen con lo que ofrecen cuando necesitan votos. No se olviden de que muchos de esos niños y niñas ejercerán su voto dentro de poco más de tres años.
La Hora, 21 de agosto de 2008.
Y no exagero cuando les califico de esta forma, es la realidad, dura, terrible más bien, para quienes sufren estos vejámenes, pequeños con sus sueños transformados en pesadillas, niños y niñas que despiertan con el temor de un nuevo dolor, que viven en una especie de esclavitud “moderna”, guatemaltecas y guatemaltecos desprotegidos, ignorados, olvidados, utilizados por estas personas y por todas las demás que directa o indirectamente lucran con todo este sufrimiento.
Redes internacionales que operan acá arrancando de sus hogares a estos infantes, o que traen engañados a otros de distintas partes del país o del istmo, aprovechándose por supuesto de que acá no hay penas graves para estos delitos, o de que muchos ni siquiera se consideran como tal, además de que, como siempre, con dinero baila el perro y se acallan los reclamos.
Por eso es importante, imperativo en realidad, que las reformas al Código Penal que esta semana se presentaron ante el Congreso de la República, para combatir este flagelo, sean aprobadas por los diputados. Cabe señalar que en época de campaña electoral, todos los candidatos a presidente, que tienen hoy parlamentarios en las curules, se comprometieron con este tema, prometieron velar por la niñez, hacer que se respetara la vida con mano dura o con inteligencia, pero igual dieron su palabra.
Queda entonces claro que estas reformas no tendrán tantos peros y reparos, ni serán ignoradas como el 17 de agosto de 2006, cuando en tercera lectura quedó el tema engavetado.
Ahora tienen la oportunidad de reivindicarse, de cumplir con dignidad su función de “padres, madres”, también pues, de la patria, responsabilizándose por la niñez. De no ser así, habrá que empezar a ver si no tienen algo que esconder, si no les llega algún deposito extra a sus cuentas bancarias, si no tienen ellos o sus familiares vínculos con estas redes de trata y explotación, el que nada debe, nada teme dice el refrán, hay que ver pues si nuestros diputados y diputadas tienen sus cuentas cabales y cumplen con lo que ofrecen cuando necesitan votos. No se olviden de que muchos de esos niños y niñas ejercerán su voto dentro de poco más de tres años.
La Hora, 21 de agosto de 2008.
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CORDIALMENTE, MANU-EK