No me amenaces, no me amenaces
Con el tráfico habitual a las y los conductores y pasajeros no nos queda de otra que desarrollar el hábito de la observación, el cual es también una medida de seguridad, por aquello de las motos que se acercan, los volantes que entregan en los semáforos, etc.
Así las cosas, me he vuelto una lectora de vallas, anuncios en las partes traseras de los buses e información comercial “creativa” la cual cada vez inunda más las calles de la ciudad. De un tiempo para acá he notado entre toda esa gama de shampoos, licores, invitaciones al consumo de ciertos productos alimenticios y a otros para recuperar el vigor, algunas vallas con mensajes religiosos firmadas además por Dios.
Y bueno, en gustos se rompen géneros, en creencias no digamos y me da lo mismo una valla en la que Dios me dice que no corra porque aún no me está esperando que otra valla anunciando a su “majestad” el Buky, total….
Pero, siempre hay un pero o un pelo, en la sopa y en todo, camino a mi casa me topé con otro anuncio con énfasis bíblico, diría yo amenazante y contrario a las doctrinas, que algunas iglesias han adoptado para atraer fieles a sus rebaños.
La valla en cuestión dice así: “No me hagas bajar”, Dios. Por favor, qué quieren decir con eso, que Dios es un ser alejado de la humanidad, que está allá arriba nomás observando, que es un Dios vengativo, de esos que asustan y amedrentan, que mejor me cuido, porque puede ser por mí o por las acciones de otro que va a venir y entonces todos seremos consumidos por las llamas del infierno, que ojo por ojo y que la paga del pecado es muerte y mucho cuidado…
No sé de dónde proviene esta iniciativa, ni quién se cree Dios y anda firmando publicidad urbana, no se sí es una campaña de expectación, espero que no, porque entonces qué vendría luego después de una afirmación como esta.
Como dice una canción, “no me amenaces, no me amenaces”. Sería mejor que invirtieran esos recursos en spots educativos que incentiven continuar estudiando, que comparen la educación como un camino a la superación, que promuevan la leche materna o las sonrisas como ungüento para la tensión provocada por los congestionamientos.
Quienes colocan algo así no pueden ser más que extremistas o prepotentes, ya es tiempo de que se cuide la publicidad que se exhibe, ahí está el ejemplo de MD y sus zapatos de muerte el año pasado, la publicidad sexista, la publicidad estereotipada como la mujer tras la rejas con el llamado de que tiene derecho a leer.
Ya es tiempo de que se regulen los anuncios y se descontamine la ciudad, especialmente de basura como esta.
La Hora, 17 de abril de 2008.
Así las cosas, me he vuelto una lectora de vallas, anuncios en las partes traseras de los buses e información comercial “creativa” la cual cada vez inunda más las calles de la ciudad. De un tiempo para acá he notado entre toda esa gama de shampoos, licores, invitaciones al consumo de ciertos productos alimenticios y a otros para recuperar el vigor, algunas vallas con mensajes religiosos firmadas además por Dios.
Y bueno, en gustos se rompen géneros, en creencias no digamos y me da lo mismo una valla en la que Dios me dice que no corra porque aún no me está esperando que otra valla anunciando a su “majestad” el Buky, total….
Pero, siempre hay un pero o un pelo, en la sopa y en todo, camino a mi casa me topé con otro anuncio con énfasis bíblico, diría yo amenazante y contrario a las doctrinas, que algunas iglesias han adoptado para atraer fieles a sus rebaños.
La valla en cuestión dice así: “No me hagas bajar”, Dios. Por favor, qué quieren decir con eso, que Dios es un ser alejado de la humanidad, que está allá arriba nomás observando, que es un Dios vengativo, de esos que asustan y amedrentan, que mejor me cuido, porque puede ser por mí o por las acciones de otro que va a venir y entonces todos seremos consumidos por las llamas del infierno, que ojo por ojo y que la paga del pecado es muerte y mucho cuidado…
No sé de dónde proviene esta iniciativa, ni quién se cree Dios y anda firmando publicidad urbana, no se sí es una campaña de expectación, espero que no, porque entonces qué vendría luego después de una afirmación como esta.
Como dice una canción, “no me amenaces, no me amenaces”. Sería mejor que invirtieran esos recursos en spots educativos que incentiven continuar estudiando, que comparen la educación como un camino a la superación, que promuevan la leche materna o las sonrisas como ungüento para la tensión provocada por los congestionamientos.
Quienes colocan algo así no pueden ser más que extremistas o prepotentes, ya es tiempo de que se cuide la publicidad que se exhibe, ahí está el ejemplo de MD y sus zapatos de muerte el año pasado, la publicidad sexista, la publicidad estereotipada como la mujer tras la rejas con el llamado de que tiene derecho a leer.
Ya es tiempo de que se regulen los anuncios y se descontamine la ciudad, especialmente de basura como esta.
La Hora, 17 de abril de 2008.
Comentarios
"y si no crees en esto sufrirás por siempre torturas indescriptibles... hermano"
Estaría bien que un día se apareciera la máxima deidad de cada religión que existe en el mundo para decirle a estos religiosos "a ver... ¿que yo dije qué?"
Saludos
claudi, el título muy bueno (como siempre)
hace ya tiempo que la publicidad se ha convertido en una jungla y, como tal, todo vale para vender!
algunos publicistas son muy buenos, originales, graciosos o inteligentes...otros en cambio son vulgares, estúpidos e hirientes.
amén
Me enteré de tu blog por un correo de la Red Visión de Género. Saludos.
Elsa
no te enojes yo se que es en abril un dia despues de la rotación aunque vos decis que es en ese día
te llamo o te escribo o me voy a beberuna cerveza conitgo
saludos
alejandro