Feliz y de pronto no
Gracias a ellos, sí, debo hablar en plural, le encontré sentido a la vida. Podría decir que aprendí a vivir, me hicieron sonreír tantas veces, me acompañaron en los momentos más tristes, más difíciles, cuando me sentía sola, perdida, abatida, ahí estaban. Me hicieron llorar también, sutilmente y a moco suelto, me llenaron la mente de ideas, de sueños, de locura.
Gracias a ellos, es que les debo tanto, recorrí ciudades impresionantes, deslumbrantes, seductoras, me dotaron de experiencias inimaginables, visiones, misiones, pasiones, porque no.
Gracias a ellos fueron leves los desvelos, los vuelos y los duelos.
Gracias a ellos, a mis libros, los de cuentos y poemas en la infancia, llenos de sueños, de amor, de fantasía, llenos de mi papá, que mejor manera de tenerlo vivo en mi mente.
Gracias a ellos, a mis libros, las novelas de la adolescencia, inquietantes, perturbadoras, sentimentales, conocí el romanticismo, ese juego de versos y palabras, ilusiones que aún bailan en mis recuerdos.
Por ellos, me encontré o voy llegando a ello, por ellos perdí el miedo, gracia a ellos, a mis libros, gracias a su páginas tapizadas de letras descubrí la grandeza de mi humanidad y la pureza de mis ilusiones.
A ellos, a los libros, a quienes dedicaron su vida a las letras y porque no, a quienes dedican su tiempo a conectar a los soñadores escribientes con los soñadores perseguidores de sus voces…. les doy las gracias.
A quienes motivaron en mi ese maravilloso hábito de buscar los libros, a quienes me incentivaron a tratar de escribir también, a expresarme, los mejores referentes de la maestría, es decir Wilde, Woolf, Miller, el Bolo, Benedetti, Sábato, Luis de Lión, Mario Roberto Morales, Bukowski, el Divino Márquez, Süskind, Anaïs Nin, Ana María Rodas, Saramago, Dalton y por supuesto Saint Exupéry, gracias, gracias, gracias.
La Hora, 24 de abril de 2008.
Comentarios
tu artículo, querida claudia, me ha recordado las ocasiones en que he sentido honda pena cada vez que se saqueaba una biblioteca, que alguien cometía un "farhenheit", que me enteraba que un archivo era arrasado, que un/a escritor/a era amordazado/a; cada vez que leía el nombre de la rosa...