Ídolos cotidianos

Osiris, Sothys, Venus, Zeus, Baal, Morfeo, una vaca, Quetzalcoatl, Tojil, John Lennon, Los Beatles, Elvis Presley, Gabriel García Márquez, Van Gogh, todos representados en barro, oro, madera, fotos, t-shirts, discos.

Sin embargo, lo cotidiano va más allá de inclinarse frente a un objeto inanimado, una imagen esculpida en X material, regodearse al escuchar Love me tender, o Images: va al puro fetichismo de considerar como sagrada una chenca “chupada” por Bob Marley o una media sudada de Maradona.

Es increíble como una persona puede pagar millones de dólares por un objeto que supuestamente perteneció a su ídolo y cómo puede pasar horas venerando una cosa que, de ser cierta su procedencia, quizá no tuvo mayor significado para el sujeto en cuestión. Y no es que sea malo, en gustos se rompen géneros y cada quien es dueño de gastar su dinero en lo que le plazca, simplemente es increíble ver los esfuerzos humanos, económicos y en ocasiones fatídicos que una persona hace por tener un objeto de ese alguien.

Lo increíble tal vez no radica en la manía de poseer algo de alguien sino en lo ridículo de cómo esto llega a comercializarse y en las millonarias estafas que se realizan a diario, ya sea en vivo o en la Red, por donde se subastan prendas íntimas enlatadas de las estrellas porno del momento que, seguramente, nunca usaron y vaya a saber usted a qué es a lo que huelen.

Es así como aparecen en vitrinas chicles mascados por Freddy Mercury, uñas del dedo gordo de Madonna, pañuelos manchados del sudor de Sting, pasamontañas (que por cierto son miles) del Comandante Marcos y pelos de la barba de Fidel.

¿No es este un negocio rentable?, cuánto pagaría usted por el lente de contacto desechable de Britney Spears o por el pañuelo colorado de Axel Rose, ¿sabe lo fácil que es, a través de la Red, colocar un sitio de venta de reliquias de los ídolos de hoy? Y digo de hoy porque hablar de los grandes del pasado es meterse con coleccionistas que saben (casi siempre lo que quieren) y no puede ser tan rentable.

Entonces ¿de qué están hechos esos ídolos de hoy?, de puro merchandising, de inventos de mentes fumadas y de objetos maquilados con una huella digital impresa. ¿Cuánto vale en realidad lo que pretende comprar, cuánto está dispuesto a pagar y en qué sitio de honor va a colocarlo? ¿Ha pensado alguna vez en poner en un cuadro la foto de Asturias o conseguir un caite usado de Rigoberta Menchú?, ¿por qué no?, ellos también son grandes. No sería quizá esta la empresa del futuro de los guatemaltecos, podríamos exportar de todo, plumas de cielo tormentoso, gotas de sangre cristalizada de Tecún Umán, cuerdas rotas de la guitarra de Arjona, ¿de quien más?, si sabe de alguien avíseme.

La Hora 25 de mayo de 2006.

Comentarios

Anónimo dijo…
Señorita Claudia Navas, buenas tardes, es un placer saludarla. Le cuento que he leído sus artículos y su prosa me parece muy atractiva. Sobre todo este de Idolos, es extraordinario.
Feliz, tarde, espero que sus espíritu se alimente de amaneceres muy espléndidos.
Con aprecio,
Anónimo dijo…
Me encantó, que imaginación la que tenés.

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