Cumpleaños

Hay situaciones que nos da miedo enfrentar, la edad es para mi una de ellas. Aunque más que la edad, es quizá el saber que todo sigue cambiando, que jamás las cosas volverán a ser como antes, que ya no puedo o mejor dicho no debo equivocarme tan fácilmente, que debo enfrentar las situaciones en lugar de salir corriendo, que las lágrimas, mis aliadas para combatir el enojo de mi papá, ya no funcionan, que me voy quedando sola.

Siento tan lejanos esos días en los que cualquier problema los solucionaba con hablar tres horas por teléfono con mi mejor amiga, en los que nada me importaba porque había alguien que siempre salía a defenderme y a componer el desorden que pudiera provocar. Sí, lejos están esos momentos en los que creía que con tan sólo despertarme una mañana iba de pronto a convertirme en la mujer que quería ser, en los que mi única preocupación era pensar qué ponerme para la fiesta del sábado, en los que con un preguntón sabía sin miedo a mentiras todo lo que necesitaba del chavo que me gustaba y lo que los demás pensaban de mi.

Atrás quedaron esos días en los que un dolor de panza fingido me permitía quedarme durmiendo y en los que la comida estaba sobre la mesa y los platos se quedaban ahí sin causarme esfuerzo.

Pareciera que se desvanecieran esos instantes en los que mi cabeza adolescente creaba escenarios de mi vida futura, trabajando en un periódico, quizá cargando un bebé, tal vez vestida de novia o viajando por todo el mundo.

Cambió tanto todo, las personas se fueron de este mundo sin despedirse siquiera, las espinillas se volvieron sobrepeso, empezaron a decirme señora, el estómago dejó de burbujearme como señal de enamoramiento y la realidad se extendió en mi espacio, llenándome la cabeza de nuevas ideas y de algunas preocupaciones.

Claro que no todo cambió para mal, me desprejuicié, encaminé mis pasos a través de la palabra y conocí mucha gente que llenó y llena mi existencia.

Dejé de ruborizarme, las pecas de mi rostro se ocultaron, vencí mis miedos nocturnos y pude verme más allá del espejo de mi cuarto.

La Hora, 27 de abril de 2006.



Comentarios

Anónimo dijo…
te agradezco la visita a mi blog. leí el tuyo y me parece interesante.

saludos.
Renata Avila dijo…
Claudia, es bueno cambiar de sueños, lo malo es quedarse sin sueños, y ver todo negro, pero supongo que luego de superada la crisis de desencanto de los 25 todo mejora...

Gracias, porque a pesar de que somos mundos aparte me deja un poquito de espacio en su vida... hay vé mi blog

http://nothingispermanent, solo haga click en mi nombre
Anónimo dijo…
Hola. Acabo de leer tu cumpleaños, o el cumpleaños de muchas mujeres y de alguna manera me puso a pensar que te sientes triste, pero por qué???, a caso estás muy sola o ya no tienes las mismas energías de antes, veo tu rostro bonito, capaz y lleno de vida.
Mis respetos y aquí seguirás teniendo un lector esporádico.
Saludos.
lector de Venezuela
Anónimo dijo…
Claudia
Tengo una columna en un periódico de la ciudad de Mérida, Venezuela. Me gsutaría que leyeras algo de lo qu ehago y así compratir en palabras nuestra distancias geográficas.
Saludos.

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