harta letanía

nos pueden molestar muchas cosas en la vida, no tener dinero, que el precio de todo se eleve a las nubes, que el tráfico sea infernal justo cuando debemos llegar más rápido, que la cola del super sea enorme, que el despachador de gasolina nos eché un piropo, que las faldas cortas no nos queden bien porque tenemos las piernas blancas, que las uñas se rompan después de lavar los platos, que nadie sea acomedido, que jamás nos pregunten cómo nos sentimos, que Ixtab asedie, que el cabello se erice a causa de la lluvia, que nos roben la marca del carro, que las amigas pierdan la memoria para complacer a la familia política, que no nos den la palabra en la reunión a la que asistimos, que siempre dejen vasos sucios sobre el escritorio, que la cuenta del teléfono celular tenga un recargo de un nuevo seguro, que los libros sean caros, que el café que nos dan sea instantáneo, que el cine sólo ofrezca películas tontas, que en la radio sólo se escuchen anuncios y no tengan más días de canciones del recuerdo, que sean alienados, que nadie note que bajamos de peso, que los hermanos sean incapaces de levantar sus platos al terminar de comer, que los ex novios nos exijan un alegre saludo después de habernos hecho llorar días y tal vez semanas, que se nos olvide la licencia en la garita de una colonia camino a Amatitlán, que las nuevas placas sean feas, que los periódicos se mojen aunque el repartidor les ponga bolsa,que nos digan mentiras, que existan talk shows en la tele, que nos cancelen el cuchubal a última hora, que los ladrones se lleven nuestros jeans más queridos, que se arruine el disco duro de nuestra computadora, que la gente sea impuntual, que en los aviones vaya alguien que no nos deja dormir, que se nos trabe la tarjeta en el cajero electrónico, que nos cobren el agua pura en los restaurantes, que los sobrinos nos rayen las paredes, que los hombres de nuestra edad estén casi todos casados, divorciados o separados y con varios hijos, tener que pagar impuestos y encima llenar planillas para la Sat, la prepotencia de Bush, que no le den el premio al Bolo Flores, que se arruine el calentador, que no levanten la tapa del baño, que no se recuerden de nuestro cumpleaños, que huela a corozo, tener que barrer cochinitos por la humedad que provoca el invierno, que la gente no agradezca, tener que reconocer que nos equivocamos y más aún que nos lo advirtieron, que existan tumbas sin visitar, que maten a los perros de la calle, que no vendan egg nog todo el año, que nadie nos visite por vivir tan lejos, que la computadora se trabe sin haber guardado lo que habíamos escrito, que nos les gusten los gatos, que le digan “el basurero” al recolector, que nos bombardeen de correos electrónicos, que el cabello crezca y haya que aplicarse de nuevo el tinte, que el lago de Atitlán se ensucie, que digan inditos, pobrecitos y negritos, que nos sugieran vivir en Estados Unidos, que llueva tanto, no tener tiempo para perder, haber llenado preguntones en el colegio, que talen árboles, las fotos de los anuarios, que nos repitan las cosas, que la gente no lea, que nos cuenten las cosas en diminutivos, que guarden silencio, que la gente maneje despacio en el carril izquierdo, perder la memoria a causa de una borrachera, que los futbolistas gocen de impunidad, que nos digan mentiras, que los niños de ahora ya no disfruten del chavo del ocho, que insulten a los travestis, que hayan cerrado el Tiempo, que suene el celular para recordar que se venció la fecha de pago, que nos pongan cepos, que pongan un urinario al lado de la biblioteca, tener que hacer cola para pedir la visa, que no haya parqueo frente a la oficina, no tener más de que quejarme.
La Hora, jueves 8 de septiembre de 2005

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