M.R.M
Ya lo conocía, y no. Lo había leído, lo había visto en un par de reuniones, ya lo conocía y no, porque ahora que lo conozco, que forma parte del inventario de mis afectos, ahora que ha dejado en mi un cúmulo de inquietudes y de conocimientos, ahora además, lo reconozco.
Y no sólo yo, y no sólo con quienes en momentos de tertulia agradecemos su cariño, su tiempo, sus conocimientos, su experiencia, no sólo nosotros, ni sólo aquellos que fielmente lo leen cada semana en ese espacio derecho (contrario a su pensamiento) de un periódico matutino.
Ahora lo reconocen con un premio, merecido, merecidísimo que lleva el nombre de un Nóbel, ahora se le aplaude, como debe ser, quizá no se le aplaude lo suficiente aún, porque tal vez el premio en sí (que reconoce el valor de su obra, extensa, variada, escrita con pasión, con razón, con tenacidad) no abarca lo que la obra en su conjunto representa como aporte y legado para la letras, el periodismo y a la investigación académica nacionales.
Entre sus aportes no se pueden dejar de mencionar Los demonios salvajes, Los epigramas, El ángel de la retaguardia o La ideología y la lírica de la lucha armada.
Porque es así, Mario Roberto, no es sólo el escritor laureado, ni el columnista polémico y temerario, ni el doctor de la universidad de Pittsburg, ni el profesor de la University of Northern Iowa, es, sobre todos esos logros, un ser humano maravilloso, nada egoísta, amistoso, sencillo y transparente, un hombre que da, que comparte, que estimula el pensamiento y los sueños.
Aunque algunos no lo piensen así, aunque algunos sientan algo de resquemor y de envidia, aunque algunos no han tenido el gusto de re conocerlo, como yo.
Es, para mi, un maestro, un amigo y una voz que tiene mucho que decir. Salud por el premio, por toda tu obra, salud por ti.
La Hora, 5 de julio de 2007.
Y no sólo yo, y no sólo con quienes en momentos de tertulia agradecemos su cariño, su tiempo, sus conocimientos, su experiencia, no sólo nosotros, ni sólo aquellos que fielmente lo leen cada semana en ese espacio derecho (contrario a su pensamiento) de un periódico matutino.
Ahora lo reconocen con un premio, merecido, merecidísimo que lleva el nombre de un Nóbel, ahora se le aplaude, como debe ser, quizá no se le aplaude lo suficiente aún, porque tal vez el premio en sí (que reconoce el valor de su obra, extensa, variada, escrita con pasión, con razón, con tenacidad) no abarca lo que la obra en su conjunto representa como aporte y legado para la letras, el periodismo y a la investigación académica nacionales.
Entre sus aportes no se pueden dejar de mencionar Los demonios salvajes, Los epigramas, El ángel de la retaguardia o La ideología y la lírica de la lucha armada.
Porque es así, Mario Roberto, no es sólo el escritor laureado, ni el columnista polémico y temerario, ni el doctor de la universidad de Pittsburg, ni el profesor de la University of Northern Iowa, es, sobre todos esos logros, un ser humano maravilloso, nada egoísta, amistoso, sencillo y transparente, un hombre que da, que comparte, que estimula el pensamiento y los sueños.
Aunque algunos no lo piensen así, aunque algunos sientan algo de resquemor y de envidia, aunque algunos no han tenido el gusto de re conocerlo, como yo.
Es, para mi, un maestro, un amigo y una voz que tiene mucho que decir. Salud por el premio, por toda tu obra, salud por ti.
La Hora, 5 de julio de 2007.
Comentarios
felicitaciones a los dos.
Siempre la leo y me gusta lo que escribe. Su columna
de hoy, dedicada a Mario Roberto me encantó: original,
con los sentimientos "a flor de letra".
La saludo cariñosamente,
là: http://www.nabila-allо.com/. Unе video en
cadеau vouѕ attenԁ sur la page d'accueil. A bientot. <3 Hugh
Feel free to visit my weblog :: Nabilla Benattia