Consejos de desarrollo o de retroceso
Increíble, los pueblos del lago parecen haberse convertido en los sitios predilectos para interrumpir la educación. Primero , el alcalde de San Pedro la Laguna decide cambiar la escuela por un mercado, aunque el pueblo se resiste aún. Y ahora en Panajachel, los Cocodes (Consejos Comunitarios de Desarrollo), intentan demoler las instalaciones de la escuela de Niñez y Adolescencia trabajadora del proyecto semilla, para ampliar el mercado.
No lo hubiera creído, estos consejos se crearon precisamente para el progreso y desarrollo de las comunidades, no para entorpecer los proyectos, que en este caso son de tanto beneficio para la población.
En esta institución asisten 160 niños y niñas en el modelo educativo especial para niñez trabajadora, 70 adolescentes que acuden a talleres productivos de corte y confección y artesanías, 20 adultos en el programa de alfabetización y 60 padres y madres de familia en la escuela de padres.
Además, las instalaciones se construyeron con el apoyo de la embajada de Suiza gracias al esfuerzo de estos niños y niñas al concursar en un proyecto que fue el ganador, y por si fuera poco, el espacio fue dado en usufructo por las autoridades municipales por 20 años prorrogables, para el funcionamiento de este programa educativo.
Los argumentos de los Cocodes son vagos, como por ejemplo, que la municipalidad no ha manejado bien la administración y distribución de los puestos del mercado, pero de eso a pedir la demolición inmediata de una escuela, sin siquiera ofrecer alternativas para todas las personas que se benefician de ella es absurdo.
En un país, en donde sólo cuatro de cada diez niños terminan la escuela primaria, en un país en donde el Gobierno no puede garantizar ese derecho natural en la niñez, que es la educación, buscar darle más espacio a un mercado y demoler una escuela, no es más que una estupidez. Si para eso se armaron los Cocodes, mejor que no existan.
Ojala que el alcalde de Panajachel mantenga su posición y defienda la escuela, ojala que el resto de pobladores apoye a la niñez, y Dios quiera que los presidentes de estos consejos de desarrollo razonen y busquen otra alternativa para mejorar su mercado.
La Hora, 11 de julio de 2007.
No lo hubiera creído, estos consejos se crearon precisamente para el progreso y desarrollo de las comunidades, no para entorpecer los proyectos, que en este caso son de tanto beneficio para la población.
En esta institución asisten 160 niños y niñas en el modelo educativo especial para niñez trabajadora, 70 adolescentes que acuden a talleres productivos de corte y confección y artesanías, 20 adultos en el programa de alfabetización y 60 padres y madres de familia en la escuela de padres.
Además, las instalaciones se construyeron con el apoyo de la embajada de Suiza gracias al esfuerzo de estos niños y niñas al concursar en un proyecto que fue el ganador, y por si fuera poco, el espacio fue dado en usufructo por las autoridades municipales por 20 años prorrogables, para el funcionamiento de este programa educativo.
Los argumentos de los Cocodes son vagos, como por ejemplo, que la municipalidad no ha manejado bien la administración y distribución de los puestos del mercado, pero de eso a pedir la demolición inmediata de una escuela, sin siquiera ofrecer alternativas para todas las personas que se benefician de ella es absurdo.
En un país, en donde sólo cuatro de cada diez niños terminan la escuela primaria, en un país en donde el Gobierno no puede garantizar ese derecho natural en la niñez, que es la educación, buscar darle más espacio a un mercado y demoler una escuela, no es más que una estupidez. Si para eso se armaron los Cocodes, mejor que no existan.
Ojala que el alcalde de Panajachel mantenga su posición y defienda la escuela, ojala que el resto de pobladores apoye a la niñez, y Dios quiera que los presidentes de estos consejos de desarrollo razonen y busquen otra alternativa para mejorar su mercado.
La Hora, 11 de julio de 2007.
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