Esperando octubre

En Guatemala carecemos de muchas cosas y se violentan de distintas formas los derechos de las personas. Uno de los derechos que menos se respeta es el de la cultura. Algo que quizá no sorprende porque, para empezar, no siempre se entiende el concepto de cultura, aunque tal vez tampoco se entienda muy bien el significado de “derecho”.

Lo cierto del caso es que tomando como pretexto los grandes problemas sociales que se viven en el país, de forma absurda o por ignorancia, se pinta a la cultura como un lujo y se le saca del listado de prioridades, negando así una gran posibilidad de desarrollo social y económico y castrando además el talento, que abunda, de las y los ciudadanos.

Esto viene al caso por el errado enfoque que le da una nota de Prensa Libre del 22 de septiembre a las “Fiestas de Octubre”. Sin ánimo de polemizar, quiero aprovechar este espacio para aclarar que esta celebración, bendita y necesaria, no surge con el afán de enardecer los espíritus revolucioanarios de las y los guatemaltecos, aunque igual estaría bien, lo que busca es convertir a Guatemala -y lo digo así porque una de las virtudes de este evento es la inclusión y la descentralización - en un escenario en donde todas y todos seamos protagonistas y espectadores de lo mucho y bueno que se hace cada día y que se invisibiliza porque siempre es más importante, al menos para algunos: la corrupción, la política, propagar el miedo y difundir además lo importado, lo enlatado, aquello que no nos contiene, que nos pone límites por visas, pantallas y dinero.

Estas Fiestas celebran una Guatemala que se expresa, que canta, baila, poetiza, pinta y juega. Estas fiestas además, son el producto de sueños, de grandes ilusiones, de colaboraciones y de unidad. Porque si bien es cierto que unos aportan dinero, es más cierto que muchos aportan esfuerzo, talento y corazón. Por eso, cuestionar esta celebración haciendo referencia a temas tan duros como la desnutrición es totalmente ilógico, injusto y carente de visión.

Personalmente aplaudo esta iniciativa, alabo el esfuerzo de todas las personas que se mueven diariamente desde hace ya algún tiempo para que la cultura se viva, me entusiasma ver cómo se va dejando la actitud lastimera de años atrás al llegar el 20 de octubre y felicito a Julio Solórzano y a su equipo por ser ese engranaje que va empujando y juntando a unos y otros, Gobierno, Ong´s, Sociedad Civil, empresas. Esta es la forma de cambiar las cosas, trabajando en equipo y sin dejar de soñar. Estoy esperando octubre, es hora de celebrar.

La Hora, 24 de septiembre de 2009

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