Simone


Cuando el corazón se quiebra, uno rehuye de cualquier asomo de sentimentalismo que pueda luego desembocar en escenas lacrimógenas, noches en vela y excesos de chocolate (hay en quienes encontramos, en este a veces amargo derrotero, consuelo a ciertos desgarres emocionales).

Mi corazón estaba doblemente roto, la relación sentimental más seria de mi vida terminaba el mismo día en que Theodoro, el felino más humano y maravilloso, desaparecía también de este mundo. El dolor me embargó, ¿cómo puede acabarse todo en un instante?, y en afán de supervivencia decidí no volver a enamorarme ni jugarme el cariño con los gatos, como Borges, Cortázar, Ana María Rodas...

Por supuesto, esas decisiones son algo así como los propósitos de año nuevo, y con el tiempo permití que mi estómago burbujeara de nuevo y que los latidos de mi corazón se aceleraran ante la presencia de un nuevo amor, y bueno, aunque ha sufrido otras fracturas, ahora sabe andar en muletas. Sin embargo, rehuía de la idea de tener de nuevo un gato en mi casa, vale decir, santuario a este ser, el cual seguramente fui en otra vida, no en balde mi nahual es el jaguar, en fin.

Hasta que el año pasado llegó ahí Simone, una particular gatita gris con el pecho blanco, que resultó ser demasiado refinada y exigente y que poco a poco se convirtió en parte de la familia, absorbiendo a la vez todos los cuidados y cariños que podría procurarle a un hijo o hija que no tengo, que no se si tendré.

Y así empecé a regodearme con sus gracias y afligirme con sus momentos de malestar, hasta que, como mis papás, empecé a negarme a la posibilidad de que crecía, y su primer celo llegó con los respectivos comentarios de mis amigos: lo que necesita es un gato, mi reacción, mojigata y cuidadora fue un déjà vu de algún comentario materno, “aún es muy pequeña”… hasta que temiendo que en un momento de debilidad se fugara y le pasara algo, decidí operarla

A muchos les parecerá tonto dedicar un espacio a este tema, pero en medio del oscuro panorama político y social que vivimos me place más hablar de ella, un ser que hace mejores mis días, que ponerme a enumerar muertos, señalar funcionarios y quejarme del tráfico.

Las hermanas Brontë tenían a Tigre, Dumas a los Mysouff, Dickens a William, Poe a Catarina, Cortázar a Tehordoro W. Adorno, Borges a Odín y Bepo, Baudelaire y Neruda escribieron sobre ellos, Paul Klee, Lenin y Picaso también los amaban, ¿por qué no iba yo a dedicarle mi columna a Simone?

La Hora, 7 de febrero de 2008.

Comentarios

Anónimo dijo…
que lindo
Los gatos son buena posología contra el desamor. Ánimo Claudia y un abrazo!
Anónimo dijo…
¡ qué guapa, simone!
mmuuuuaaaaaa!!!!!
Duffboy dijo…
Preciosa, lindísima, de veras! Hiciste algo muy responsable en operarla, ojalá más gente tomara tu ejemplo. El corazón, así como los gatos tiene 7 o 9 vidas. Un beso a Simone de mi parte, y abrazos pa' ti.
Anónimo dijo…
Todas me gustan, pero esta columna particularmente. La felicito…
Anónimo dijo…
Hola Claudia, tu columna está muy interesante porque se lo dedicastes a tu gatita amada. Cuando leí el primer párrafo pense que le había pasado algo a tu gatita, pero al final no era así. Asi que bueno que ella y tú estan bien y que disfrutes el cariño que ella también te tiene, ya vi su foto que está linda, me gustan las gatas como la tuya.
cuidate,

Abrazos
Anónimo dijo…
querida claudia me emocionomucho este articulo que muestra tu sensibilidad, tus dolores...
sabes que, me alegra que a pesar de todo tu corazon ya este recuperandose y que tengas además a esa bella gatita, tu temor a no ser madre siempre me ha preocupado.
klavaza dijo…
Qué belleza de chiquita, es adorable. Como dice Duff, el corazón tiene más vidas, más de 9 por cierto, sino preguntámelo a mí, sobreviviente de las peores campañas amorrosas, no puede haber.
Anónimo dijo…
que gata más bonita, me gusta que los textos tengan fotos.
Anónimo dijo…
aquí manu-él (carajo de red, q no m deja poner nick!)
oye león, así q lleno de cicatrices eh?
eso es signo de haber VIVIDO!!!!!!
klavaza dijo…
La vida es dura, es dura manu-él!
Alejandra dijo…
Me encantó el post, es la primera vez que llego a tu blog.
No es nada habitual que alguien decida poner en palabras (y bellas, además) su amor por un animal. Hace poco perdí a Milan,mi gato amarillo, que de alguna forma fue el amor de mi alma, y por primera vez sentí lo irremdiable de la muerte.
Aunque suene ridículo para muchos, sé que para vos no: gracias por eso.

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